La saturación de
la publicidad nos hace pensar rápidamente que las únicas empresas lácteas de la
Argentina son La Serenísima y Sancor. Son las más poderosas y las que anuncian
siempre casi en todos lados. Hay que hacer un esfuerzo para pensar un poco más
y acordarse de otros nombres, como Ilolay o Manfrey. Sin embargo, hace 20 años
además de las dos gigantes ya mencionadas era bastante más probable que mucha
gente nombrara además a Milkaut, otra empresa láctea argentina que a pesar de
casi no tener participación publicitaria sigue existiendo. Milkaut nace en 1936
pero su verdadero origen se remonta a mediados de los años 20, cuando se
conforma la Asociación Unión Tamberos (AUT) en la localidad santafecina de
Franck. Dicho grupo se dedicó rápidamente a la industrialización, siendo los
primeros en el país en instalar una cremería. Como se dijo antes, la marca
comercial nace a mediados de los 30 y su nombre no encierra ningún misterio,
aunque la mayoría no lo perciba a simple vista: sencillamente es la unión de la
palabra “Milk” (leche en inglés) junto al nombre de la asociación tambera antes
nombrada. Claramente la crema era su principal fuerte, llegando a tener en 1953
22 fábricas de este tipo en el país. Ya para los años 60 comenzó la edificación
de su propio complejo industrial y la diversificación hacia los quesos y en los
70 adquirieron su propia planta de pasteurización. A pesar de tantos años de
sostenido crecimiento, fue recién durante los años 90 que gran parte de las
revistas de la época se llenaron de publicidad de la marca. El aviso de la
izquierda de la imagen probablemente sea el más representativo de esa época:
cualquiera que hojeara revistas allá por 1996 de seguro se encontraba con la
vaca “muqui” que asomaba su hocico por sobre las letras y las cajas de leche
que aparecen abajo. Ese aviso tenía un objetivo claro: tal como se lee abajo,
impulsar a que la gente abandonara las marcas tradicionales y pasara a esa “nueva”
empresa láctea que estaba haciendo tanto ruido. Parecía casi una chicana a
Sancor, aquella empresa que durante los 80 se popularizó su publicidad sobre
una vaca (Aurora) que, fuera de funcionar como “lechera”, había fracasado en
todo. Esta llegada al mercado con publicidad masiva estuvo acompañado de una
gran cantidad de heladeras con el inconfundible logo de la compañía, muchas de
las cuales siguen funcionando por algunos almacenes y bares. Acorde a las modas
de la época, lanzaron también los quesos untables saborizados que vemos del
lado derecho, en un aviso también de 1996. Toda una movida osada lanzar quesos
sabor anchoas, pero por esos años gran parte de las empresas lácteas lanzaban
sabores exóticos llamativos hasta el día de hoy. No fue la única innovación de
los 90: en el 95 lanzan la leche UHT y en el 97 sus propios yogures. Después de
una década bastante exitosa, los primeros años del siglo XXI acarrearían
grandes cambios para la láctea santafesina: en el año 2000 abren su paquete
accionario y permiten la llegada de participaciones minoritarias extranjeras,
como los fondos de inversión Latcap y Patagonia, reemplazados por la chilena
Vialat en 2005. En 2006 realizan una alianza con el grupo francés Souparin
Bongrain, los cuales compran para esa misma época las marcas Cabaña y Estancia
Santa Rosa, Adler y Bavaria. Esta nueva alianza alcanza su mayor adhesión en
2011, cuando el grupo francés (ahora denominado Groupe Savencia) se queda con
la totalidad de la empresa. Desde esa época que el logo de Milkaut sufre una
leve transformación, tal cual vemos en la imagen del queso Dambo del centro de
la foto: cambia su tipografía y pierde la fuente que caracterizó a sus mejores
años. En 2013 se dan cuenta un poco de ello porque reacomodan la tipografía y
la redondean bastante. En ese mismo año realizan su último hito conocido hasta
ahora: un convenio con Mc Donald’s para proveerle su preciado queso cheddar. Y
llegamos a la actualidad, donde la empresa continúa funcionando, aunque para
muchísima gente sigue siendo un producto retro de los 90, los años donde ver
una vaca mucama y quesos de sabores extravagantes era cosa de todos los días…
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
jueves, 30 de noviembre de 2017
miércoles, 29 de noviembre de 2017
Un chicle de locos (1950)
Son pocos los
productos que logran atravesar costumbres y tradiciones de todas las épocas y
el chicle es uno de ellos, un producto que ya los antiguos mayas masticaban
sacando la materia prima de la savia de los árboles. Y a la vez en el mundo de
las marcas los Chiclets de Adams trascendieron generaciones con su clásica
cajita amarilla con detalles rojos como la que vemos en la foto. Su diseño tuvo
leves cambios a lo largo de su historia, pero el que vemos en la imagen es de
principios de los 50, de la época en la que esta marca empezaba a hacerse
famosa en el país. Adams es obviamente el apellido de su fundador, el
científico estadounidense Thomas Adams Junior quien creó su empresa en 1876.
Fue él quien vio a una niña pedir en una farmacia cera parafinada para
masticar, la cual no tenía sabor. Así
terminó creando un producto saborizado con regaliz y cortado en pequeños
cuadritos, los cuales comenzó a vender en farmacias y droguerías. Este primer
chicle tenía el nombre de Adams New York Gum: más tarde apareció el New York 2
(un poco más grande y que se vendía en los tranvías) y en 1888 el chicle de
tutti futti, el primero que se podía conseguir en máquinas expendedoras. Los
Chiclets con sus inconfundibles colores aparecerían en 1899. Tras la Segunda
Guerra Mundial lograron introducir el chicle como un producto para reducir el
estrés más que como golosina, y desde esos años se fue forjando la idea de que
era un símbolo de rebeldía y desobediencia por parte de los jóvenes. El sitio
Expertos en Marca aloja los años del resto de las creaciones famosas de la
compañía: los Clorets en 1952, los Trident (llamados acá Beldent) en 1962, los
Halls en 1971 y Bubbaloo en 1977, entre otros. En la Argentina la primera
planta de Adams se estableció en la dirección que vemos en la foto en 1942 y
permaneció allí hasta fines de los 70, cuando se debieron mudar ya que la
Intendencia de la Ciudad de Buenos Aires tenía planeado demoler la zona para
construir la autopista AU3, cosa al final no realizada. Durante todo ese
período el barrio de Saavedra estuvo siempre impregnado de un suave aroma a menta
proveniente de su fábrica. Periódico El Barrio recolectó una gran cantidad de
testimonios de ex empleados de esa época, todos afirmando haber vivido muy
buenos tiempos allí. El antiguo predio abandonado de Adams pasó a convertirse
en una de las sedes del CBC de la UBA, mientras que la empresa se mudó a
Escobar. Debido a la recesión argentina de fines de los 90, en 1996 los Chiclets
dejaron de hacerse en el país, junto a los Bubbaloo y otra marca clásica: los
Dentyne. Esa empresa cerró definitivamente en el 2000 y desde entonces todos
los productos de la marca vienen importados principalmente de Brasil. Hasta el
2002 Adams pertenecía a la multinacional Warner Lambert pero en ese año sería
comprada por uno de sus principales competidores mundiales, la multinacional
Cadbury, que también terminó teniendo a la clásica fábrica de chicles Stani
consigo. Luego seguiría la famosa fusión con el otro gigante Kraft, y así
nacería la actual Mondelez, quien sigue comercializando los Chiclets aunque con
un diseño de letras y logo totalmente diferente al que supo tener durante gran
parte de su vida. Habiendo tantas marcas famosas de chicles en el país (y con
Arcor haciéndole competencia) los Chiclets prácticamente no se ven más. Sin
embargo, en la memoria de muchos quedará para siempre su sabor confitado suave
y relajante, su presentación práctica y su aroma sencillo a menta, tan alejado
de los chicles actuales que prometen todo tipo de proezas sexuales si uno los
compra…
martes, 28 de noviembre de 2017
Me libera y me enfurece (1991)
Los avisos pueden provocar todo tipo de emociones: típicamente se busca la empatía, la risa, la calidez, la ternura, la conmoción… y en algunos casos osados el odio y la ironía. Del lado de estas últimas emociones podemos clasificar este aviso de 1991 de STO (Sistema de Tránsito Ordenado, una empresa que sigue existiendo) enorgulleciéndose de su nefasta creación: el famoso cepo para los automóviles que regió en la Ciudad de Buenos Aires entre 1991 y 2001, atravesando las gestiones desde Carlos Grosso hasta Enrique Olivera. Un artefacto tan detestado y bastardeado de manera democrática por tanta gente que inclusive no llegó a ser de gran utilidad y pasó al olvido por agravar la problemática del mal estacionamiento antes que mejorarla. Todo un milagro haber encontrado esta publicidad ilesa, ya que la gran mayoría de diarios que la supieron publicar deben haber perecido rápidamente en forma de bollos furiosos. Un elemento de tortura que llegó a irritar al mismísimo Homero Simpson, aquella vez que parecía que quiso homenajear a Bombita Darín. Luego vendría el tiempo de un amague de regreso en 2013 y la época en la que era la metáfora perfecta para describir la situación del dólar y las importaciones, pero ésa ya es otra historia…
lunes, 27 de noviembre de 2017
La era del cepillado (1995)
Mientras los Cd’s
(o dichos más elegantemente compact discs) se están empolvando en miles de
casas del mundo (o en el mejor de los casos sirviendo como materia prima para
adornos artesanales) en 1995 su situación era bien diferente. Tanto así que los
publicistas de los cepillos PRO se colgaban del éxito que poseían en aquél
momento para bautizar una nueva línea de cepillos bajo el nombre Compact. Dicho
cepillo era simplemente un modelo más pequeño (y más barato en la producción)
pero se aseguraba con él un mejor cepillado. Curiosamente no tenía “cerdas”
como se dice ahora sino “penachos”. Este término Compact era el gancho perfecto
para dotar de modernidad y futurismo a la marca. Una buena pregunta sería cómo
se las deberían ingeniar ahora para conseguir ese paralelismo en base a las
tecnologías actuales, compactas en funciones pero no en tamaño…
domingo, 26 de noviembre de 2017
Terror y locura en un solo caramelo (1987)
Llegó la hora de que los eruditos visitantes de la página ayuden al usuario Coco Citrus, quien nuevamente nos menciona su duda sobre estos caramelos de Stani, esta vez con más evidencia sobre lo que el recordaba: la imagen a la izquierda son envoltorios de caramelos Stani al estilo "Palitos de la Selva" que inicialmente fueron situados en 1987, mientras que la persona que le consiguió estos primeros aseguraba que en realidad eran de la década del 70. Estos caramelos fueron publicados en 2015 y el debate había quedado instalado. Ahora este usuario amigo ha conseguido más envoltorios (los que aparecen del lado derecho de la imagen) y el hecho de haber encontrado un personaje que le resultaba familiar (el "manilento" al centro de la imagen) confirma que éstos eran los caramelos que recordaba y que comía en aquel año 87, mientras que los primeros están quedando definitivamente fichados dentro de productos de los años 70, tal como dijo el primer dueño de ellos. Que los más memoriosos ahora confirmen esta serie de datos y, si es posible, recuerden el verdadero nombre (y si se pudiera, real año de aparición) que entonces tenían estos palitos "terroríficos" que hablamos al principio. La otra teoría es que los primeros son los originales de 1987 mientras que la segunda tanda de palitos fue una reedición noventosa que presta a más confusión todavía. A ver si juntos logramos meter a estos caramelos en su correspondiente década y develar de una vez este enigma de mínimo 30 años de vida...
viernes, 24 de noviembre de 2017
La trilliza que faltaba (2017)
Hacía pocos días decíamos que era muy llamativo que Arcor volviera a apostar a desarrollar marcas nuevas, y ahora vemos que esa estrategia también involucra a las galletitas Bagley. Después de años de sobreexplotar a las Sonrisas, Ópera y Criollitas, ha nacido una nueva marca de galletita dulce: las Vainitas. Luego de décadas las Chocolinas y Coquitas tienen una nueva hermana: comparten el mismo diseño de envoltorio y molde de galleta. Se trata de una creación muy nueva (aún sin publicidad ni anuncio en redes) que por el momento sólo se consigue en almacenes y mayoristas. A pesar de todo lo llamativo comentado, da la sensación al probarlas que uno está comiendo una Coquita común y silvestre. Se verá con el correr del tiempo si esta nueva hermana se logra imponer (no les queda otra que cambiar la receta para que se justifique comprarlas) o si termina en el galpón de las galletitas Bagley olvidadas, como las Aldeanas, las Supreme, las Gruvy o las Ondinas...
miércoles, 22 de noviembre de 2017
Caceroleando con Essen (1985)
Los recetarios
siempre son un elemento pedido y reclamado por muchos visitantes. Lo habitual
es que ese tipo de publicaciones esté auspiciada por alguna empresa
alimenticia, y en este caso no se trata de una marca dedicada a la fabricación
de alimentos sino al producto con el que se cocen. Sin dudas la olla Essen es
la marca más famosa de dicho área y si bien no llega a ser el genérico de ese
tipo de artículos estuvo siempre bastante cerca de lograrlo. En esta
oportunidad nos encontramos con un recetario de 1985 con las propiedades que
hacen a Essen una olla especial, junto a una gran cantidad de consejos para
mantenerla siempre como nueva: inmediatamente después vienen las típicas
recetas para utilizar la famosa olla. Lo más llamativo de esta imagen es el
logo clásico de Essen, ya que desde 2010 que se utiliza uno con un círculo en
letra cursiva; sin embargo, la clásica ollita que vemos en la imagen sigue
siendo para muchos su imagen más distintiva. Es probable que muchos ni se hayan
enterado siquiera que el logo hace rato que es otro. Essen significa comer en
alemán, un nombre bastante bien relacionado con lo que venden. Nació en Venado
Tuerto en Santa Fe luego de la ocurrencia de Wilder Yasci, hijo de Armando
Yasci y Teresa Bompessi, quienes en 1954 en esa ciudad iniciaron una fábrica de
mecheros de aluminio para la cocina. En 1980 nace la mentada olla creada para
diversificar el negocio, luego de 3 años de producción y tras haberse inspirado
en ollas provenientes de la tienda Macy’s de Nueva York. A pesar de no tener
mucho éxito al principio, la manera con la que consiguió levantar vuelo fue
gracias a las reuniones con vecinas para charlar sobre las propiedades del
producto en cuestión: otra idea aportada por la mujer de Wilder (la primera fue
el nombre alemán) quien se divertía mucho en las reuniones de Tupperware. Con
el correr de los años fueron apareciendo los demás productos: sartenes,
vaporeras, freidoras, woks, pavas, jarros térmicos, sandwicheras, biferas,
paelleras y hasta el curioso Savarín, el cual es un molde para tortas y budines
que se mete dentro de la olla y de esa forma se prescinde del horno para la
preparación de estos productos. En el mencionado año 2010 no sólo se cambió el
logo sino que se lanzó un ambicioso proyecto de expansión a otros países
(además de los mercados ya ganados de Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay)
proyectado hasta el año 2025. Sus principales fracasos en estos años residen en
el haber intentado introducir sus productos en los supermercados: sin la
demostración y charlas típicas de sus ventas (con vendedoras que siempre saben
cocinar y que se capacitan por Internet), sus ollas no se lucen ni se destacan
en las góndolas. Y todavía deben sortear los constantes mitos de Internet, ya
que no son pocos los que aseguran que el aluminio es tóxico para cocinar. Sin
embargo, es todo un mérito haber sido la única empresa nacional capaz de meter
en la cabeza de los consumidores su marca, volviéndola un sinónimo de alta
calidad en ese segmento, y para nada barata: no por nada la primera frase que
se lee en el recetario es “Usted tiene la suerte de poseerlo…”
martes, 21 de noviembre de 2017
Twenty again (1966)
Muchos (pero
muchos) años antes de la popularidad de maquillaje creado especialmente para
adolescentes, existió una marca durante los años 60 que fue capaz de abrir ese
nuevo mercado. En esta publicidad de 1966 encontramos a Twenty, la marca de
maquillaje juvenil creada por Parisel, una empresa con el slogan de “Imagen de
Belleza”. La abuela de todas las marcas diseñadas para chicas (desde los
cosméticos 47 street hasta Asepxia) se convirtió en un éxito rotundo y durante
gran parte de los 60 y 70 era habitual que Twenty fuera un genérico que
simbolizaba la manera de pintarse de las más jovencitas. Con el paso de los
años la marca terminó por desaparecer pero en la actualidad el término twenty
(aparte de ser la constante sugerencia sobre un chip prepago, según el
todopoderoso Google) es utilizado por gran parte de las empresas cosméticas
para referirse al target de maquillaje creado especialmente para esa edad.
lunes, 20 de noviembre de 2017
Defendiendo el planeta (y el capital)
El Imperio Arcor es más grande de lo que la mayoría de las personas piensan, pero más impensable todavía es imaginar qué planes tienen a futuro, a qué límites piensan llegar o cuál será su próxima idea curiosa. Han sido capaces prácticamente de crear la ilusión de que son capaces de fabricar cualquier cosa y competirle a cualquiera, no importa la marca, la trayectoria, el país de origen o incluso la calidad. La manera por la cual han llegado a cumplir ese objetivo en el tiempo ha demandado abandonar viejas estrategias para explotar aquellas que realmente tuvieron éxito: entre las ideas descartadas hace rato aparecía la creación de nuevas marcas. Hacía varios años que Arcor había decidido únicamente sacar productos a patadas como nos tiene acostumbrados, pero siempre utilizando el nombre de otro producto ya probado con éxito en el pasado: no importa qué producto sacaran, lo más probable era que se llamara Cofler, Rocklets, Saladix, Águila, Mogul o cualquiera de sus productos estrella. Parecía que nunca más íbamos a ver algo de Arcor con algún nuevo nombre, pero de la noche a la mañana han vuelto a impactarnos con una creación ambiciosa. Luego de liderar cómodo el mercado de las barras de cereales y de haber creado algunos de ellos especialmente para desayuno y merienda (llamados justamente Mogul o Arcor a secas), Arcor se la jugó a lo grande y decidió inventar una completa nueva línea de cereales: 4 marcas nuevas, con 4 personajes nuevos y en 4 nuevas formas y sabores. El hecho es realmente novedoso porque hacía mucho tiempo que Arcor no se animaba a crear algún producto de cero sin colgarse de lo ya probadamente masivo. Estos nuevos cereales tienen 4 nombres diferentes (embanderados bajo el gran nombre de Guardianes del Planeta), todos inspirados en un animal antropomórico creado especialmente para la ocasión. Pareciera ser que los que diseñaban promociones, historias y personajes para los chicles Cowboy siguen dando vueltas en la empresa. Mezclando en una licuadora la filosofía de cuidado del medio ambiente del Capitán Planeta y el carisma de los personajes de Kellog's y Nestlé, dieron origen a Azuroso, Crokolo, Fruggo y Mielita: 4 superhéroes bien coloridos con rasgos animales pero que a pesar de su aspecto no vienen a conquistar la tierra y esclavizar a los humanos, sino que vienen en son de paz (de donde quiera que vengan) y quieren ayudarnos a cuidar el planeta. Cada personaje tiene un cereal distinto y una inspiración distinta de algún producto ya existente en la competencia. No sólo son 4 variedades diferentes, sino que dentro del ambicioso proyecto de cereales hay elementos para compartir: en cada caja se incluye un sticker de algún personaje guardían del planeta (en exactamente las mismas poses que se ven en la caja), pero dicho sticker suele ser de otra variedad de cereal, para así incentivar un poco el consumo de seguir probando otros sabores. El otro detalle es aún más interesante: detrás de cada caja hay un mini tablero para jugar, pero entre las 4 cajas se arma un gran tablero que aumenta las posibilidades de juego. Además de la publicidad en tv, las redes sociales de Arcor premian constantemente a quienes comentan medidas para cuidar el medio ambiente. Por ahora no se trata de premios grandilocuentes: te premian con más y más cereal, porque evidentemente es lo que más tienen y su mayor capital. Para los que no tienen interés en probar estas creaciones o para quienes ya conocieron qué gusto tienen, van estas consideraciones sobre cada cereal y qué opinión nos merece...
Los 4 nombres de los cereales Arcor unidos. Llama la atención este detalle que se observa al costado de las cajas, relacionada fuertemente con la filosofía de los Guardianes del Planeta: el cartón con el que se hacen las cajas de los cereales proviene de bosques gestionados de manera sustentable. Curioso detalle que no tiene gran publicidad y que le serviría positivamente a la marca una gran difusión sobre el tema. La caja de Azuroso tiene diferente denominación porque son fabricados en Chile. Los demás se fabrican en Salto, provincia de Buenos Aires...
El primer cereal que se pudo probar: Mielita, el nombre de una heroína con cinturita y cuerpo de avispa. Lógicamente evocan a aquél cereal de Kellog's, los Honey Nut Oat's que también decían tener miel en su fórmula pero en lugar de ser mini panales eran aros dorados y muy pegajosos. También los cereales 3 arroyos tuvieron su variedad especial con miel, esa vez si respetando la formita de aros. En el caso de los cereales de Mielita, resultan bastante ricos (sobre todo para quienes les gustaba las fórmulas de las otras marcas) aunque después de estarlos comiendo un rato empiezan a parecer demasiado dulces y terminan empalagando. Es el único cereal que sólo se puede conseguir en caja: el resto también tiene pequeñas presentaciones en bolsitas individuales...
De la cruza del conejo Trix y el Tucán Sam apareció este colorido personaje llamado Fruggo, un camaleón con careta de luchador de catch mexicano y mucho cereal colorido a su alrededor. Este cereal probablemente sea el antiguo Mogul que comercializaba Arcor pero con otra forma y otros colores: aparentemente fueron aromatizados y saborizados naturalmente. Pasó lo mismo que con los Mielita: resultan demasiado dulces para quien no está acostumbrado a estar comiendo cosas así. El sabor es muy similar a las Mogul antes mencionadas pero también se parecen al cereal Flynn Paff, aunque estos últimos a pesar de ser más dulces aún no cansan tanto. Reconozco que el nombre es el más pegadizo de todos...
Crokolo es el nombre de este cereal: un cocodrilo vestido como aborigen (vaya uno a saber en qué cultura está inspirado) que trae bajo su brazo pequeños cocodrilitos sabor chocolate. Si bien parece ser el cereal menos atractivo de todos, hay que reconocer que resultan bastante adictivos y no saturan con lo dulce como los antes mencionados. Resultan mucho mejores que su fuente de inspiración, los Choco Krispies de Kellog's. Tal vez puede resultar inquietante ponerse a pensar si esos cocodrilitos son los hijos del tal Crokolo o si son fósiles sacados de vaya uno saber donde, pero si no se piensa en eso el producto no es para nada malo...
Por último llegamos al oso polar llamado Azuroso. Como dijimos antes, el único cereal fabricado en Chile vaya uno a saber por qué. Este cereal resulta el que más descaradamente copió a un personaje otrora existente: haciendo un poco de memoria inmediatamente nos viene a la cabeza el oso polar de los Zucosos de Nestlé, un cereal que hasta hace 15 años se lo encontraba frecuentemente en supermercados. A pesar de este plagio tan evidente, el cereal resulta bastante agradable: tiene la dosis justa de azúcar, ésa que en otras variedades no se pudo calcular de la mejor forma. Puede inclusive ser mejor que los Zucosos o hasta puede competirle cabeza a cabeza a las Zucaritas de Kellog's, ya que el grado de azúcar de estas marcas es alarmante. Haberle pegado a la receta puede tener que ver con el hecho de que Arcor hace años viene sacando ediciones especiales de estos copos de maíz para películas o series (Buscando a Dory o Violetta, por ejemplo) así que puede que sea el cereal con más futuro...
Por último, vemos la parte de atrás del frente de cada caja, donde aparece el instructivo del juego de mesa para recortar en la parte posterior: si bien uno ya se venía imaginando el estilo del juego (simil juego de la Oca, por ejemplo) vale la pena que un reglamento quede asentado así después nadie se queja. Y de paso regalan el dado para jugar, aunque tal vez el marrón oscuro del cartón no sea bueno haberlo combinado con azul oscuro (la imagen está aclarada) y cueste ver los números, pero en fin, sería lo de menos...
domingo, 19 de noviembre de 2017
Tecnología recopante (1996)
Todavía queda mucho fin de semana largo por delante: podemos seguir descubriendo la gran experiencia audiovisual que nos pueden brindar los flamantes modelos Philco Colección 1996, para coparse y recoparse del todo: TV de 20 pulgadas, con 181 canales, salida para auriculares, trinorma y CATV, la cual obviamente estaría desaprovechada si no se le acopla el correspondiente videorreproductor con grabación online. Un año después de la aparición de esta publicidad, los Blanco Villegas (dueños de Philco hasta ese entonces y familiares de Mauricio Macri por parte materna) dejaron de coparse por la firma y le dieron paso a la llegada de la coreana Daewoo, quienes desde 1997 fueron comprando de a partes la empresa hasta quedarse con ella en su totalidad...
domingo, 12 de noviembre de 2017
Mundos de Radio (1984)
Muchos se siguen
quejando de la falta de emisoras participantes en el último Martín Fierro
dedicado a la radio. El hecho de que no aparezcan allí no significa que hayan
dejado de existir: es notable la cantidad de radios clásicas que continúan
existiendo con sus nombres de antaño, aunque en el camino por sobrevivir hayan
tenido una gran cantidad de cambios de dueño. Aquí tenemos un ejemplo de radio
clásica aún presente: Radio El Mundo, fundada en 1935, la cual sigue existiendo
por medio de la Difusora Baires y una mínima participación de Disney. La
primera publicidad es de 1984, con un personaje que pasó fugazmente por ese
medio: Gerardo Sofovich tuvo durante esa temporada increíblemente un programa
radial, pero su fama obtenida en los medios audiovisuales originó este graciosamente
ambiguo aviso. ¿Le habrá caído bien que lo anuncien así? Quien sabe… lo cierto
es que pocos días después ese copete desapareció y fue reemplazado por el
impersonal “No se pierda al Ruso Sofovich en Radio El Mundo…” A mano derecha
tenemos un aviso de 1999, donde se cumple la paradoja de que el aparato
considerado parte del pasado goza de mucha mejor salud y prestigio que el que
se consideraba parte del prometedor futuro.
martes, 7 de noviembre de 2017
Buena línea y buen gusto (1984)
Nuestra
recomendación para ponerse en línea para el verano: la línea liviana Svelttesse
que vemos en esta publicidad española de 1984, producida por Nestlé. Hay para
elegir alrededor de esta foto ochentosamente decorada e iluminada: yogur, queso fresco y queso fundido en presentación personal metalizada,
para que dé el aspecto que uno está comiendo manteca. Sveltesse sigue
existiendo en España como leche baja en calorías, la misma situación que la
nacional Svelty (también de Nestlé), aquella leche que antiguamente le
llamábamos Molico…
lunes, 6 de noviembre de 2017
Hora de Verano (2003)
Otra vez lunes!
Si ya no ves la hora de que llegue el verano y te puedas ir en tu descapotable a surfear por la costa, tu reloj indicado es un Baby-G de
Casio, como los que se ven en este aviso de 2003. La marca otrora famosa por
sus teclados de música, videojuegos y calculadoras electrónicas también probó
suerte en el mundo de los relojes a pulsera digitales, pero … ojo con las
imitaciones! Casio no garantiza ningún producto que no tenga grabada su marca…
domingo, 5 de noviembre de 2017
Duras pero perseverantes (1970)
Pocas golosinas
milenarias quedan en el mercado argentino tan emblemáticas como las pastillas
DRF. Porque a pesar de ser un producto completamente de otra época, ha tenido
la increíble capacidad de sobrevivir hasta la actualidad en tiempos de
golosinas mucho más sofisticadas. Hace rato cumplieron el centenario de vida:
nacieron en 1914 en Caballito, siendo creadas por Darío Rodríguez de la Fuente.
103 años más tarde a su creación, el nombre de quien tuvo la idea de
desarrollar estas pastillas (inicialmente sólo de menta, denominada “peppermint”)
permanece de manera inmutable en sus envoltorios. Acorde a este tipo de
productos para la época, las DRF se comercializaban en las farmacias de
entonces. Sin embargo, con el correr de los años fueron trasladadas a su
tradicional sitio, los kioscos, para no irse de ahí nunca más. Para conseguir
suplir esta nueva demanda, las DRF pasaron a fabricarse en una planta inglesa,
siendo sólo el envasado lo producido en la Argentina. Esto no alteraría el
éxito ni la calidad de las pastillas, que empezaban a ganar premios y
felicitaciones a lo largo de varias exposiciones y ferias internacionales. No
pasaría mucho tiempo hasta que fueran apareciendo nuevos sabores: del
tradicional sabor menta se sumaron rápidamente el mentol y el amado y odiado
sabor anís. A diferencia del logo, los colores de los envases no cambiaron
nunca: verde es menta, mentol es rojo y azul es anís. Justamente este último
sabor alejado de la idea de refrescar y más pensado para simplemente saborear
fue la puerta de entrada a que varios años después vieran la luz los sabores
limón y naranja. La primera imagen corresponde a 1970, la mejor época
publicitaria de la marca, donde aparecía constantemente anunciada en revistas
infantiles como Anteojito o Billiken, siempre rodeadas de niños jugando. Para aquél
entonces la producción de pastillas había sido repatriada: desde 1968 empezaron
a realizarse nuevamente en el país junto a sus eternos hermanos, los caramelos en
lata y gomitas de Billiken. Para 1980 volvían a trasladarse a su hogar
definitivo, es decir una planta ubicada en las Heras, provincia de Buenos
Aires. La situación vuelve a cambiar en 1992, cuando Bonafide pasa a distribuir
estas golosinas. Uno de los principales cambios fue la paulatina desaparición
de publicidad referida a la marca: las pastillas pasaron a ser compradas
únicamente gracias a que los consumidores se acordaban de ella con cariño. Otro
cambio de época respondía a que los nuevos niños de los 80 y 90, más adeptos a
cosas dulces en serio, preferían definitivamente los sabores limón y naranja;
aquellos sabores que en 1970 se consideraban para chicos se habían convertido
en variedades “para gente grande”. Bonafide desde 1990 formaba parte de la
chilena Carozzi, quienes conservaron ese privilegiado sitio hasta 2012, cuando
se unen a Molinos Río de la Plata para crear la Compañía Alimenticia Los Andes
(CALA) y manejar juntos las pastillas DRF y todos sus nuevos parientes: el
Chockman, el Mecano, el Nugaton, las golosinas Billiken, etc. Ese mismo año
Molinos se queda con todas las marcas (excepto por Bonafide y el Nugaton) hasta
2014, cuando le venden DRF y Billiken a Mondelez: el resto pasa a la familia
chilena Bofill quienes con el tiempo le traspasan todo a Carozzi nuevamente.
Este cambio benefició un poco a DRF: como veremos en la tercer imagen, luego de décadas de estar frizadas por sus
ingratos dueños anteriores, volvieron a tener publicidad en los medios por sus
100 años de vida mientras salían al mercado nuevas variedades sin azúcar y
sabor eucalipto y frutos rojos. Lamentablemente, un año después de tantos
cambios ya sólo podían conseguirse los gustos de siempre. El cilindro que se
puede comprar en la actualidad de pastillas es el que vemos en la segunda foto:
el diseño de las letras se mantiene vigente desde hace 25 años (en las
pastillas se mantiene en relieve el logo clásico), y manteniendo la misma
calidad de siempre cargando la solemne etiqueta de ser la pastilla más antigua
del país. En estos últimos años varios críticos no quieren a estas pastillas
simplemente porque son “de abuela”, pero siguen siendo consumidas como desde
hace más de 100 años. Eso sí, lamentablemente para quienes les gusta comer
pastillas así un paquetito no alcanza, volviéndose un mal negocio comprarlas. Como
sea, las inocentes pastillas siguen presentes en el kiosco aguantando todo tipo
de ninguneadas históricas, pero aun así manteniendo vigente la muy probable
premisa que las DRF de Don Darío van a enterrar a todas las demás golosinas en
algún momento…
jueves, 2 de noviembre de 2017
Infracciones dentarias (1987)
Otro producto adelantado a su tiempo que hace mucho dejamos de ver: en 1987 Odol publicitaba la pasta dental Odol Med, diseñada para combatir la placa bacteriana. Muchos años antes que se hiciera un hábito encontrar muchos odontólogos recomendando un dentífrico, ya estaba disponible esta variedad diseñada especialmente para combatir la caries y la piorrea...
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