Hace 10 años de manera totalmente imprevista ocurrió una llamativa competencia entre varias empresas para imponerse con el extraño producto que se puso en boga: una bolsa plástica que se colocaba en los hornos para encapsular sabores y darle más gusto a la carne. En este aviso de 2015 vemos la amplia variedad que Knorr ofrecía para lograr el efecto de "sabroso como marinado por horas", pero también existieron las correspondientes versiones de Maggi (la pionera en el país) y Alicante. Al poco tiempo el negocio se amplió a las mismísimas fabricantes de bolsas para residuos y productos plásticos: así fueron apareciendo bolsas para horno sin el saborizante, lo que les permitía ser más económicas y venderse por cantidad, junto al marketing de "usar los ingredientes que quieras" en lugar de los prefabricados. Esto último constituía una gran ventaja porque, tal como se mencionó en esta página por aquellos años, el sabor artifical y plástico que le quedaba a la comida sin importar marca o condimento ponía en duda lo sabroso y por qué no saludable que la práctica.
Una década después las grandes marcas han retaceado este tipo de artículos (Knorr lo sigue produciendo pero de sus 8 variedades pasó a 5) mientras que se ha ampliado su uso semi-artesanal, es decir que marcas como Ziploc, Albal, Separatta, Aluse, Hornal o Frozen's vendan las bolsas para horno y lo de adentro ya lo decide uno....
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