No está muerto... quien se recuerda (1998)

Hace 25 años se conocía la noticia de la repentina muerte del empresario Alfredo Yabrán: había pasado mucho tiempo desde que había sido denunciado por Domingo Cavallo y sobre todo desde que la opinión pública lo responsabilizaba como el autor intelectual del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas. Aparentemente una exposición muy grande y humillante para un pobre hombre acostumbrado a manejarse en las sombras durante décadas, encargado de amasar fortunas desde los años 60 en adelante y con la complicidad de los gobiernos venideros. Inclusive al día siguiente de la noticia de su muerte (es decir, "con la noticia tibia" por así decirlo") el diario Perfil publicaba una encuesta telefónica donde ya comenzaba el mito de que en realidad no se habría suicidado sino que en realidad todo se había tratado de una simulación: nada más que una manera de seguir huyendo de la ley, que por ese entonces ya lo tenía bastante acorralado y con varios días en la clandestinidad, prófugo. A partir de entonces, la sospecha de que el muerto encontrado no era el verdadero Yabrán continúa hasta la actualidad. Y por supuesto, Perfil no pedía oportunidad de publicitar en el mismo ejemplar (uno de los de mayor ventas durante sus breve vida de 84 números) a su revista Noticias dedicada a "la caída de Yabrán" aunque sin anticipar su muerte. 

Y además de los artículos dedicados a hablar de su biografía personal, lo más interesante que se destacó ese día fe entrar un poco más en profundidad a eso que se llamaba tan popularmente "el Grupo Yabrán": aquellas empresas de correo, transporte, clearing o hasta taxis aéreos que se le atribuyeron al empresario y que antes de su desaparición (física) empezaron a venderse a diferentes corporaciones, entre ellas la conocida Exxel Group, el grupo inversor que años más tarde supo tener en su cartera empresas tan eclécticas como los Supermercados Norte, los alfajores Havanna, la tarjeta Argencard, los helados Freddo, el pan Fargo, Bodegas, López, la cadena Musimundo y la licencia en el país de los productos Lacoste. Para 1998 el destino de empresas que habían pertenecido a Yabrán como Ocasa u Oca era incierto: su imagen había sido dañada y sus nuevos propietarios hasta estaban reviendo la posibilidad de cambiarles el nombre de ser necesario con tal de seguir trabajando. El tiempo y el buen marketing demostraron que pudieron sobrevivir a la imagen turbia que tuvieron en el pasado y hoy la vinculación entre ellas y Yabrán sólo ocurre entre gente memoriosa...