El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

sábado, 13 de mayo de 2023

En un abrir y reventar de globos


Entre los años 80 y 90 muchas marcas tuvieron cambios drásticos de logo y diseño para adaptarse a "los nuevos tiempos", inclusive muchos de esos cambios a más de dos décadas después resultan increíblemente frescos y han perdurado hasta la actualidad con mínimos retoques pero manteniendo su esencia. Pero no sólo hablamos de cambios estéticos sino también comunicacionales: se fueron despojando muchas marcas (sobre todo las orientadas al público infantojuvenil) de varios formalismos para abrazar ciertos cancherismos que siguen vigentes en el presente. Vemos como ejemplo dos publicidades de los chicles Bazooka argentinos de Stani: el primer aviso corresponde a 1987, con un correcto y colorido cómic (con el personaje clásico Joe Bazooka dando el presente, bautizado como "el Pibe Bazooka") que no se diferencia demasiado del estilo que puede haberse publicitado este chicle de los años 50 en adelante. Por estos años el encargado de darle vida a las adaptaciones en el país se llamaba Rodolfo Fogwill, según consigna La Nación.
Y de repente saltamos 11 años hacia el futuro y llegamos a 1998: con los progresos en el mundo de la computación nos encontramos con un aviso claramente realizado de manera rudimentariamente digital, con mucho por delante para mejorar aún hasta abandonar esas pixelaciones que aparecían como si nada en una revista cualquiera. Joe Bazooka ganó peso y se convirtió en un fornido y rubio joven que sólo lo emparenta con su desnutrido pasado el parche en el ojo porque todo lo demás ha cambiado drásticamente, por lo que fichas de él y su nueva barra de personajes amigos acompañantes podían tocar en "el chicle de los globos más grandes". 
También cambió el logo de Stani (había sido comprado por la multinacional Adams en 1993) pero reforzando ese plus que los distinguía de la competencia: sus chistes infaltables en cada unidad, que quizás cambiaban momentáneamente en alguna promo por tatuajes pero solían estar prácticamente siempre bajo el envoltorio del chicle, acompañados de un horóscopo enigmático en su parte inferior. Nuevamente según La Nación, el encargado de esta nueva era para estos contenidos e ilustraciones pasó a denominarse Niño Rodriguez. Muchos de los chistes de esa época probablemente no pasarían el filtro de la actualidad pero cumplieron el objetivo en su momento: ser una suerte de "chistontos" para pasar el momento por apenas centavos. 


Si bien la marca Bazooka en Estados Unidos siempre le perteneció a Topp's, fue Stani la licenciada para fabricarla en el país a pesar de los cambios de dueño: desde 2022 que Bazooka Argentina le pertenece a Georgalos, y recién en este 2023 blanqueó la marca en su página web junto a otras adquisiciones recientes como el querido Mantecol, las galletitas Toddy (otra marca que sólo licencian), los chicles Jirafa, los caramelos Palitos de la Selva, el cacao Zucoa y el caramelo blando Lengüetazo. Y a todo esto... qué fue de Joe Bazooka? Si bien la Ley de Etiquetado Frontal lo pasó a retiro al igual que todos los personajes infantiles de las demás marcas, lo cierto es que a nivel global desde 2012 por políticas similares en otros países que existían estrategias para desalentar sus apariciones en los chicles...

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