En cada mundial surge la nueva
incógnita: y ahora cómo lo vamos a ver? Y entre tantos televisores de tubo,
decodificadores, celulares y plasmas bien en el pasado quedó el proyecto de ver
los partidos en una sala de cine. Y falta agregar otro detalle: ver los
partidos del mundial en colores y en pantalla gigante, mientras el resto de los
mortales de tu país los colores se los van a imaginar.
En la Argentina del mundial 78 la incógnita sobre si se podían ver los partidos en colores fue el tema del momento y si bien el gobierno militar realizó gastos exorbitantes para poner en funcionamiento una planta transmisora como después lo fue el Canal 7, dicha tecnología permitió mandar las imágenes al resto del mundo a color pero no necesariamente para el país mismo, que siguió viendo en blanco y negro como siempre.
Pero iban a haber privilegiados que podían llegar a ver la transmisión a colores aunque para eso había que trasladarse a los sitios adheridos al Gran Tv Color: un proyecto que incluía cines, clubes y grandes espacios a lo largo del país. Su logo constaba de tres colores y esos mismos tres colores eran los que caracterizaban los 3 abonos que habían para contratar. El aviso que vemos ofrecía el abono rojo, ni más ni menos que el que se vanagloriaba de decir que ofrecía los partidos del verdadero mundial, ya que incluía equipos europeos y Brasil, por entonces tricampeón. El abono verde solo era para el partido de apertura seguido del tercer puesto y final, pero el más jugoso era el azul ya que ofrecía todos los partidos de Argentina. También existieron abonos fuera de categoría para ver partidos en diferido, inclusive con el mundial terminado.
Estos abonos podían pagarse en cuotas y para atraer clientes supieron incluir el acceso a otros eventos deportivos de la época, como tenis o automovilismo, con el atractivo del rutilante color. Y si no se trató de algo popularmente difundido fue porque no se trataba de una oferta económica para nada. La empresa encargada de comercializar esta futurística idea se llamaba Hachegue y contaba increíblemente con Cacho Fontana como director de marketing.
Si bien para el mundial siguiente una idea así perdía novedad ante la posibilidad de tener una tv color en la propia casa, no fue necesariamente la última vez que los cines pasaron partidos de fútbol: para el mundial de 2010 algunos cines fueron alquilados para empresas privadas para la transmisión de los encuentros con Argentina, pero al igual que en 1978 el costo elevado de la pantalla gigante hizo que no fuera una idea que propserara más allá de ese momento...
En la Argentina del mundial 78 la incógnita sobre si se podían ver los partidos en colores fue el tema del momento y si bien el gobierno militar realizó gastos exorbitantes para poner en funcionamiento una planta transmisora como después lo fue el Canal 7, dicha tecnología permitió mandar las imágenes al resto del mundo a color pero no necesariamente para el país mismo, que siguió viendo en blanco y negro como siempre.
Pero iban a haber privilegiados que podían llegar a ver la transmisión a colores aunque para eso había que trasladarse a los sitios adheridos al Gran Tv Color: un proyecto que incluía cines, clubes y grandes espacios a lo largo del país. Su logo constaba de tres colores y esos mismos tres colores eran los que caracterizaban los 3 abonos que habían para contratar. El aviso que vemos ofrecía el abono rojo, ni más ni menos que el que se vanagloriaba de decir que ofrecía los partidos del verdadero mundial, ya que incluía equipos europeos y Brasil, por entonces tricampeón. El abono verde solo era para el partido de apertura seguido del tercer puesto y final, pero el más jugoso era el azul ya que ofrecía todos los partidos de Argentina. También existieron abonos fuera de categoría para ver partidos en diferido, inclusive con el mundial terminado.
Estos abonos podían pagarse en cuotas y para atraer clientes supieron incluir el acceso a otros eventos deportivos de la época, como tenis o automovilismo, con el atractivo del rutilante color. Y si no se trató de algo popularmente difundido fue porque no se trataba de una oferta económica para nada. La empresa encargada de comercializar esta futurística idea se llamaba Hachegue y contaba increíblemente con Cacho Fontana como director de marketing.
Si bien para el mundial siguiente una idea así perdía novedad ante la posibilidad de tener una tv color en la propia casa, no fue necesariamente la última vez que los cines pasaron partidos de fútbol: para el mundial de 2010 algunos cines fueron alquilados para empresas privadas para la transmisión de los encuentros con Argentina, pero al igual que en 1978 el costo elevado de la pantalla gigante hizo que no fuera una idea que propserara más allá de ese momento...
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