De un
tiempo a esta parte han estado trayendo a algunos supermercados (principalmente
los Súper Vea) de la provincia unas galletitas oriundas del Uruguay que llamaban
mucho la atención desde sus empaques clásicos y no demasiado exorbitantes. Un
día que estuvieron de oferta todas juntas fue una excelente oportunidad para
conocerlas de una bendita vez.
Los tres especímenes
pertenecen a la misma compañía: El Trigal. Aquella nacida en 1948 de la mano de
Don Luis Lagorio, que posee un extenso portfolio de productos y que en su
página web se jacta de exportar a Brasil, Paraguay y Estados Unidos pero
curiosamente no nombra a este lejano rincón argentino pegado a la Cordillera…
Las
primeras galletitas degustadas se llamaban Bridge y eran unas obleas cuadradas
con relleno sabor chocolate. De entrada resultaba muy tentador que el relleno
se desbordara por los costados y generara, como se ve en la foto, esa especie
de bloque a sus alrededores. Efectivamente el sabor y aroma a cacao no
decepcionó y se pudo disfrutar cada bocado con la satisfacción de haber hecho
una buena inversión. El siguiente producto también era dulce, eran galletitas
con Leche El Trigal, en un envase donde podían apreciarse las susodichas
galletitas bañadas en su ingrediente principal. El resultado fue aún mejor que
las anteriores: un sabor dulzón lácteo realmente insuperable y que nunca se ha
percibido en alguna galletita argentina: ni Maná ni Manón ni Okebón ni nada
parecido. Ricas para comer simplemente sin necesidad de untarles nada o
mojarlas en algún café con leche. Finalmente fue el turno de un producto
salado: las Trigalpan crocantes. Después de la vara alta que dejaron las demás,
tal vez estaba esperando demasiado de éstas: no me enloquecieron, ni siquiera
se les pudo encontrar un sabor definitivo satisfactorio, pero esa falta de
gusto puede ayudarlas para ser el complemento de untables, aprovechando que son
bastante grandes como una Criollita ídem.
Investigando
por la web más productos de la empresa, descubrimos que también venden unas
crackers llamadas Criollitas, pero que oportunamente dicen “al agua” debajo de
la gran marca. Algún requisito solicitado por sus hermanas de Argentina para
evitar algún litigio? En esa misma línea venden otras galletitas de agua
llamadas “Mediodía” con letras rojas y fondo amarillo… no sólo sospechosamente
se asemejan a las Mediatarde sino que uno se pregunta seriamente si el mediodía
es un horario apto para galletas de agua. Y como no hay dos sin tres, también
viene la “María Rika”, con una forma que nos recuerda demasiado a las María
Terrabusi. Al margen de estos extraños nombres, también venden galletitas con
salvado, surtidas, de chocolate tipo Chocolina (aunque el nombre esta vez no se
parece), acarameladas tipo Porteñitas, bañadas en chocolate, con cereales, con
miel, con coco, sin al, sin azúcar y unas que me llamaron la atención: las Cebritas,
galletitas de vainilla cuadradas con baño de chocolate a rayas. No se quedan en
el mercado de galletitas sino que también comercializan milanesas y hamburguesas
de soja, puré de papas deshidratado, rebozador, cacao en polvo y… fainá en
polvo! eso sí que no lo he visto nunca por estas góndolas…
Las 3
galletitas son recomendables para probar, sobre todo las dulces. Y algo que les
suma a todas es su cuota de ternura: por alguna razón, caen muy bien esos
diseños prolijos de galleta antigua de los años 50 que tienen todas. No se sabe
si es a propósito, pero el efecto de estar comiendo algo retro (que no es lo
mismo que vencido) resulta agradable. Una opción más que correcta para conocer si
las ven por la góndola de importados o bien andan de viaje por el Uruguay
interesados en comprar yerba mate, Ricarditos y… otras cosas.
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