El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

jueves, 30 de mayo de 2019

El sabor de tu Trigal



De un tiempo a esta parte han estado trayendo a algunos supermercados (principalmente los Súper Vea) de la provincia unas galletitas oriundas del Uruguay que llamaban mucho la atención desde sus empaques clásicos y no demasiado exorbitantes. Un día que estuvieron de oferta todas juntas fue una excelente oportunidad para conocerlas de una bendita vez.
Los tres especímenes pertenecen a la misma compañía: El Trigal. Aquella nacida en 1948 de la mano de Don Luis Lagorio, que posee un extenso portfolio de productos y que en su página web se jacta de exportar a Brasil, Paraguay y Estados Unidos pero curiosamente no nombra a este lejano rincón argentino pegado a la Cordillera…
Las primeras galletitas degustadas se llamaban Bridge y eran unas obleas cuadradas con relleno sabor chocolate. De entrada resultaba muy tentador que el relleno se desbordara por los costados y generara, como se ve en la foto, esa especie de bloque a sus alrededores. Efectivamente el sabor y aroma a cacao no decepcionó y se pudo disfrutar cada bocado con la satisfacción de haber hecho una buena inversión. El siguiente producto también era dulce, eran galletitas con Leche El Trigal, en un envase donde podían apreciarse las susodichas galletitas bañadas en su ingrediente principal. El resultado fue aún mejor que las anteriores: un sabor dulzón lácteo realmente insuperable y que nunca se ha percibido en alguna galletita argentina: ni Maná ni Manón ni Okebón ni nada parecido. Ricas para comer simplemente sin necesidad de untarles nada o mojarlas en algún café con leche. Finalmente fue el turno de un producto salado: las Trigalpan crocantes. Después de la vara alta que dejaron las demás, tal vez estaba esperando demasiado de éstas: no me enloquecieron, ni siquiera se les pudo encontrar un sabor definitivo satisfactorio, pero esa falta de gusto puede ayudarlas para ser el complemento de untables, aprovechando que son bastante grandes como una Criollita ídem.
Investigando por la web más productos de la empresa, descubrimos que también venden unas crackers llamadas Criollitas, pero que oportunamente dicen “al agua” debajo de la gran marca. Algún requisito solicitado por sus hermanas de Argentina para evitar algún litigio? En esa misma línea venden otras galletitas de agua llamadas “Mediodía” con letras rojas y fondo amarillo… no sólo sospechosamente se asemejan a las Mediatarde sino que uno se pregunta seriamente si el mediodía es un horario apto para galletas de agua. Y como no hay dos sin tres, también viene la “María Rika”, con una forma que nos recuerda demasiado a las María Terrabusi. Al margen de estos extraños nombres, también venden galletitas con salvado, surtidas, de chocolate tipo Chocolina (aunque el nombre esta vez no se parece), acarameladas tipo Porteñitas, bañadas en chocolate, con cereales, con miel, con coco, sin al, sin azúcar y unas que me llamaron la atención: las Cebritas, galletitas de vainilla cuadradas con baño de chocolate a rayas. No se quedan en el mercado de galletitas sino que también comercializan milanesas y hamburguesas de soja, puré de papas deshidratado, rebozador, cacao en polvo y… fainá en polvo! eso sí que no lo he visto nunca por estas góndolas…
Las 3 galletitas son recomendables para probar, sobre todo las dulces. Y algo que les suma a todas es su cuota de ternura: por alguna razón, caen muy bien esos diseños prolijos de galleta antigua de los años 50 que tienen todas. No se sabe si es a propósito, pero el efecto de estar comiendo algo retro (que no es lo mismo que vencido) resulta agradable. Una opción más que correcta para conocer si las ven por la góndola de importados o bien andan de viaje por el Uruguay interesados en comprar yerba mate, Ricarditos y… otras cosas.


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