En el baúl de las joyas que llegaron al país en los
años 90 hay un lugar privilegiado para un producto que supo en su momento ser
excelentemente bien vendido y que en otros países nunca se dejó de
comercializar: hablamos de unas pitucas tiritas de queso que venían
empaquetadas por unidad, tanto de mozzarella como de cheddar, en la época en
que no era un queso tan popular como ahora. Este artículo, para nada barato, lo
comercializaba Parmalat (en un paquete violeta que hizo creer a algunos que era
un producto hecho por Cadbury) y se llamaba Cheestrings. A fines de los 90
estos “snacks de queso” se comenzaban a producir en la Argentina, con el
prometedor futuro de ser la segunda sede del mundo en el que Parmalat decidía
hacer este producto éxito en otras regiones.
No se trataba ni de casualidad de
un producto de primera necesidad, pero la publicidad hizo que muchos niños de
la época ansiaran probar ese queso que tenía la habilidad de deshilacharse y
comerse de a tiritas. Para los padres, también había información pertinente:
las propiedades naturales del queso, su calcio y vitaminas y ser un producto
sin conservantes lo convertían en un snack saludable para llevar al colegio, en
épocas en que no estaba en boga discutir sobre los “kioscos saludables”.
Además, su individualista presentación en un paquetito particular era muy
tentador para degustar, fuera uno chico o grande.
Inauguramos la temporada 2019 de
regresos inesperados anunciando que justamente llegamos a ver entre la góndola
de congelados los denominados Strings de La Paulina. Luego de la conmoción
inicial, podemos ver que hay muchos elementos para comparar: el nombre que
presenta la palabra más recordada de la vieja marca, el producto de Parmalat de
los 90 también tenía un personaje-queso con la punta desarmada emulando su
pelo, como el presentado por La Paulina. Siendo más detallistas, todo lo que
rodea el paquete (volver a hablar de las propiedades saludables del queso,
considerarlo un producto infantil, sugerirlo como merienda escolar) está
dirigido al mismo público de antaño también, actualizando lo que corresponda.
Las diferencias: éste producto es importado (hecho en USA por los dueños de La
Paulina, Saputo), viene en un tamaño mucho más grande (12 unidades contra las 4
o apenas 2 de Parmalat) y sólo dispone de presentación en mozzarella. Nada de
cheddar ni otros quesos raros.
Si se están preguntando si se
trata de la misma marca o similar a la que vino antes, esto podemos decir: la
marca Cheestrings, la “original” y que más jugo le ha sacado mundialmente a
esta idea, es comercializada en otros países por empresas como Melrose o Black
Diamond. En aquellos lugares (Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Reino Unido,
etc) han evolucionado al punto de fusionar mozarella y cheddar en un mismo
bastoncito, tener cheso saborizado a pizza o salame, vender packs de queso
junto a pretzels o galletitas tipo Rex para acompañar en picadas y hasta tener
una presentación libre de lactosa. El producto de La Paulina no pertenece a esa
línea de licenciatarios (Parmalat como tal hace rato que se la llevó la marea)
sino que es una imitación estadounidense. Esto no le resta calidad, pero vale
aclarar que es una copia del “genérico”.
Efectivamente son bastones ricos
para comer a cualquier hora, se pueden desarmar en tiritas (no tan
estéticamente como los avisos de la tv noventera) y aportan energía sin caer
pesados. Se pueden comer a temperatura ambiente, recién sacados de la heladera
o con galletitas, pan o lo que quieran. Así y todo, con tan poca (por no decir
nula) publicidad que le han hecho, es difícil que un producto así tenga éxito.
Poniéndonos realistas, la versión de los 90 tampoco explotó en ventas. Que
personas vean el envase en la góndola del súper y piensen que son bastoncitos para
pizzetas da la idea de lo complicado que puede ser tratar de imponer una idea
así en el mercado nacional.
De todas formas, celebramos que
las empresas le sigan buscando la vuelta para darle el gusto a los ex-niños que
añoran productos de otras épocas, para que en el mejor de los casos le hagan
probar a sus hijos lo que antes los enloquecía. Y por qué no, ayudará a algunos
a preguntarse “en serio me volvía loco por querer comer esto?” y plantearse
cuándo fue que maduraron y se volvieron adultos muy responsables. Seguiremos a
la espera de otros productos que muchos anhelan su regreso, como el 1,2,3 Listo
de Royal, el postrecito Sandy o los 3D de jamón y queso. Creo que no necesito
recordarles que mucho de lo que se escribió por aquí muchas veces se terminó
cumpliendo…
Hola, sigo esperando el lanzamiento del producto, alguna novedad? De ser así por favor responder
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