El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

domingo, 25 de noviembre de 2018

Si es chocolate… es de Ricky

En un fin de semana invadido por la euforia copera hay, sin embargo, un momento de reflexión para hacer dedicado a todos aquellos de dulce corazón (o mejor todavía, Dos Corazones) en esta fecha tan particular: se cumplen 5 años exactos de la muerte de Ricardo Fort. Un mediático que gracias a sus apariciones, y aunque cueste creerlo, fue capaz de darle una manito a la empresa chocolatera de su familia y brindarle publicidad como hacía rato no ocurría, probablemente desde las mejores épocas de los chocolatines Jack y sus figuras de García ferré y Titanes en el Ring.
Un personaje violentamente bizarro y ostentoso que en su corta carrera de famoso pasó por etapas bastante marcadas: primero, la que vivió durante los años 2008-2009 cuando era un famoso “del under”, conocido por los adolescentes a través del reality show que empezó a hacer sobre su vida tras la muerte de su padre (que le permitió realmente “ser como quería ser”) y que lo convertía en una suerte de personaje de culto. Luego vendría su entrada progresiva a los medios tradicionales: primero en los programas de Chiche Gelblung y, principalmente, a los de Alejandro Fantino donde más se desplegaba su época de derrochador y excéntrico millonario. Semejante exposición generaba las críticas de los pensadores y semiólogos de la tv (ésos que hacen cola para criticar al Gran Hermano y los programas de chimentos desde hace años) sobre lo peligroso de mostrar tanto de afuera y poco de adentro, de su verdadero ser. Encima, se autodenominaba fanático de las cirugías estéticas y de Carlos Menem. Así y todo, puso sobrellevar esa época alegando que las críticas eran por la envidia que generaba.
En su siguiente etapa, a fines de 2009 y durante los siguientes dos años, comenzaría su mayor popularidad: primero llegaría como invitado y finalmente como jurado instalado del Bailando por un Sueño. Paralelamente consiguió que su reality fuera emitido por América Tv, canal que a su vez ponía su imagen hasta para rellenar sus noticieros. Si a tanta exposición se le suma la cantidad de veces que era repetido por los programas de archivo, sus obras de teatro y sus memorables videos de Youtube, se puede entender el fuerte fastidio y rechazo que empezó a generar en gran parte de los espectadores y en el ambiente en general. Se le empezó a cuestionar si era verdaderamente rico, si realmente tenía amistades, si realmente era tan heterosexual como decía… y ante esta avalancha de reclamos Fort respondió de la manera más verborrágica, misógina y violenta que tuvo a mano. Llegó hasta pelearse con los empleados de su propia fábrica cuando estaban haciendo un paro por mejoras salariales. Perdió gran cantidad de sus seguidores cholulos por actuar así.
Finalmente, llega su época de decadencia y donde su figura, pasa lentamente del patetismo a la lástima: regresa a América para conducir su propio programa los sábados a la noche, el cual nunca pudo funcionar sin miles de fallas técnicas. En vano también había intentado también tener su propia señal por Internet. Fueron trascendiendo sus sucesivas internaciones por problemas de salud que se iban dando a conocer de a poco, mostrándolo como una persona bastante más frágil que lo que aparentaba. Alguien con las rodillas y la espalda destrozadas, adicto a la morfina los analgésicos. Y luego llegó la noticia de su muerte, quedando de él sus recuerdos más graciosos y bizarros, que se convirtieron en un clásico del mundillo de los memes cibernéticos. Más de uno que no lo podía ni ver lo comenzó a consumir como alguien querible.
Nunca querido del todo por la pata empresarial de su familia, esa oveja negra fue capaz también a su manera de ayudar a Fel-Fort: no le interesaba hacerse cargo del negocio full time aunque en sus reiterados viajes a Miami solía traer ideas sobre productos que veía por allí, pero gran parte de esas veces lo ignoraban totalmente. Supo declarar el enojo que le generaba ver luego las cosas que proponía hechas realidad por la competencia. Sin embargo, hubieron oportunidades en las que se alinearon los planetas y todo salió bien, en acciones que duran hasta nuestros días: logró convencer a los técnicos de la empresa que produjeran barras de cereales con distintos agregados, desde chocolate hasta frutas. Nacieron así las barras CerealFort en 1997, primereando absolutamente a todas las demás compañías, quienes recién fueron lanzando imitaciones recién del 2000 en adelante. Una historia similar se puede contar con el chocolate DiabFort, con leche descremada y Sorbitol en lugar de azúcar que puede ser disfrutado por diabéticos sin que tenga un cambio de gusto muy diferente al tradicional. También es una creación suya la barra de marroc y chocolate Feeling. Más para el lado de lo excéntrico, quiso hacer una gran campaña publicitaria para su marca entregando monedas de chocolate FelFort a niños que estaban internados en hospitales, aunque los pediatras se lo prohibieron terminantemente. Tampoco tuvo suerte intentándole copiar a Havanna y Bonafide la idea de hacer franquicias de cafeterías.
Y ahora, una curiosidad: corría el año 2003 y Canal 9 pasaba los fines de semana al mediodía El Arca de Caramelito, un programa infantil que le copiaba bastante al formato de Xuxa. Como muchos programas de la época, tenía el PNT de las golosinas FelFort y un buen día Caramelito hizo pasar al estudio (mejor dicho, lo mostró desde detrás de una cámara) a un empresario muy corpulento, con el pelo negro, lleno de gel y bien largo y una voz gruesa felicitando la confianza de la producción en su auspicio. Siempre me quedó la duda si ése había sido una especie de Fort civilizado y tímido intentando seguir los mandatos familiares. Nunca pude volver a ver ese segmento para corroborar si aquella persona que apareció esporádicamente era realmente Fort o no.
A la memoria de semejante personaje, hoy publicamos la barra de chocolate que más nos hace acordar a él. Un día para degustar en su memoria algún bocadito Marroc, una mentita, un Chupelatín, un Espacial aireado, un cubanito Tivis, un paragüita o un bomboncito de licor. Sus hijos (futuros mediáticos?) y Guido Suller seguramente querrán eso…


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