El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

lunes, 13 de agosto de 2018

Pequeñas pastas, grandes (y peludos) consumidores

 

Que doña Mamá Luchetti  lance algún nuevo producto cada tanto no es algo que sorprenda a nadie: todos los años o por lo menos año por medio alguna idea rara (con publicidad bizarra incluida) aparece sin falta. Pero que de la nada su competencia, que permanece inerte desde hace años, mueva un poco las piezas y haga dos cambios importantes luego de añares sí es algo para destacar. Este año Giacomo no solamente cambió el logo de sus empaques sino que se animó a lanzar un nuevo producto: los Giacomo Raviolini. El origen de esta marca de pasta seca se remonta a 1981 cuando los encargados  de producirla eran los de la fábrica Euralim, una empresa que por esos mismos años pasó a manos de Camilo Vallarino Gancia (el mismo fabricante del aperitivo, obviamente), es decir el dueño de Cepas Argentinas. Así y todo, gran parte de la población los ubica a partir de los años 90, cuando se fueron popularizando publicidades donde se reforzaba la idea de que eran pastas fortificadas y vitaminizadas para niños. Mientras que en las series y películas estadounidenses la pasta infantil son los “macarrones con queso” (tirabuzones para nosotros) en esta parte del mundo los capelettis se quedaron con esa denominación. Al igual que las Patitas de Granja del Sol, se convirtieron en un sinónimo de comida casi lista pensada para chicos pero también consumida por los grandulones exchicos que siguen buscando la comidita de mamá. El sabor concentrado de pasta deshidratada Giacomo es inconfundible y a la vez irresistible para muchos niños, así como insoportable para muchos padres más amantes de la pasta fresca. En 2009 la empresa de Gancia se fue especializando sólo en el rubro bebidas y decidió desprenderse de El Noble Repulgue y la mencionada fábrica de pastas, pasando desde 2010 a manos de La Virginia. Los fabricantes del café y el té de los 5 minutos revitalizaron de a poco la marca lanzando una cantidad mucho mayor de comerciales para una marca que durante los años 2000 sólo se los recuerda por haber lanzado aquella insoprotable canción de niños pidiendo comer “shacomo” como si fueran de todas partes del mundo. Los nuevos dueños se animaron a más y fueron capaces de crear una canción más horrible todavía, la denominada “Yo como Capeletinni” que a propósito se confunde con el término “Giacomo” al principio. De dicha canción aparecieron versiones de ópera, de pop, de rock… y en 2018 nuevamente sacan un cover del mismo tema para anunciar la llegada de los Raviolinis. Nombramos a Luchetti al principio ya que ellos fueron los que dieron el primer golpe hace 6 años cuando lanzan los Luchetinnis, capelettis de sabor similar dispuestos a competirle a los Giacomo que aparte de eso otra cosa no hacían. En 2017 sumaron los Raviolis: microscópicos cuadrados de pasta que intentaban tener algo de sabor. No se sabe si estos ravioles infantiles fueron un boom de ventas: la cuestión es que Giacomo luego de siglos se ha despertado de su letargo de sólo hacer capelettis y ha creado también sus raviolitos para niños, tanto en el sabor que vemos en la foto (cuatro quesos) como también zapallo y pollo. Si forman parte de los simpatizantes de los capelettis de antaño, se lamenta comunicar que estos ravioles casi ni gusto tienen. No son de mala calidad y un mínimo de relleno se les puede distinguir, pero no tienen sabor por sí solos como los tradicionales de Giacomo: mientras que los capelettis con agua y sal ya pueden comerse, a éstos les convendría ponerles una buena salsa y/o queso para sentir que uno está comiendo algo. No se trata de un producto que vaya a revolucionar el mercado (sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de madres naturistas anti productos artificiales como éste) pero es un sacudón importante para una marca ya recontra instalada en un solo lugar y que no se estaba arriesgando a nada más. A partir de ahora Giacomo no es sólo el verdadero apellido de Cris Morena y los capelettis… ahora también hay raviolinis! Probablemente esto no les cambie sus vidas pero igual se los tenía que decir...
 

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