El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

miércoles, 3 de mayo de 2017

Tómame dulcemente

Hoy está muy instalada la idea de que ya nada es natural, y todo tiene gusto artificial. A su vez también está bastante instalado (para bien) todos los riesgos que el azúcar genera para la salud. Pero a pesar de lo que ahora se plantea, hay marcas que hace años proponen cambios en la dieta sin lograr ser un reemplazo del todo exitoso para el azúcar, pero por lo menos lo intentan. A pesar de no tener el mejor de los sabores, los edulcorantes ya están instalados en el mercado y Sucaryl es una de las marcas que hace años da vueltas entre las opciones. No es necesariamente el nombre más famoso de ese segmento (es más probable que al hablar de edulcorantes pensemos en Chuker o Si Diet antes que en Sucaryl) pero así y todo hace varias décadas que se comercializa con éxito. A pesar de estar en la góndola de los alimentos, su mentor no fue una empresa que se dedicara de forma masiva a ese rubro: el laboratorio farmacéutico estadounidense Abbott creó en 1951 este edulcorante elaborado a base del hoy tan cuestionado ciclamato de sodio, tras ser aprobado por la FDA. En 1937 este compuesto había sido descubierto accidentalmente por un bioquímico que trabajaba para DuPont y 10 años más tarde la patente se vendió a Abbott. De parte de ellos vino la novedad del formato líquido y en botellita: el resto de los endulzantes que ya existían venía en polvo. Esa presentación tan futurista y el clima de esos años ayudó a la imposición de esta nueva manera de consumir productos dulces. Abbott ayudó a imponer este producto gracias a la distribución de una gran cantidad de recetarios con ideas para cocinar con este nuevo edulcorante. No sólo usarlo para el café y el té, sino también para cocinar lo que sea. Toda una estrategia de marketing pensada principalmente para las amas de casa norteamericanas, quienes decidían qué consumía la familia de ese entonces pero también se estaban empezando a interesar cómo cuidar un poco la silueta. Ellas podían recibir muestras gratis de Sucaryl por correo. Tal vez hoy resultaría poco chocante encontrar publicaciones tan defensoras del ciclamato, pero en esa época mucho no se sabía de estos compuestos. Y más polémico resulta saber que dichos recetarios estaban pensadas para la ama de casa promedio... o sea de raza blanca y clase media. En el año 2000 nació la multinacional Merisant, y fueron los que se quedaron con la marca Sucaryl hasta el día de hoy. Dicha empresa fabrica los edulcorantes más famosos del mundo: además del mencionado Chuker producen a Equal Sweet y los sobrecitos de Sucaryl Sucralosa, otra sustancia que se descubrió accidentalmente en 1976. Sin embargo, las tradicionales botellitas siguen conteniendo el ciclamato de siempre. Llegaron para ser el reemplazo del azúcar y hace décadas que no lo logran del todo, pero se ganaron su lugar a fuerza de mucha plata invertida en publicidad. El azúcar ya no tiene la imagen de totalmente inocua pero por suerte los edulcorantes tampoco, aunque esto último se haya debido más a su gusto a “dulce artificial” que por conocimiento sobre sus efectos en el cuerpo a largo plazo. Lo único concluyente es que todo debe ser en su justa medida, desde cuánto Sucaryl se va a ocupar hasta cuánto uno le cree a las publicidades de ayer o de hoy…  

En la Argentina el “lobby” para este tipo de productos también tuvo éxito, pero no para cocinar sino para endulzar bebidas: vemos un anuncio de 1963 donde aparecen sugerencias de consumo pero el antiestético mate no apareció. La presentación en pastillas era la de más salida. Puede verse el logo de Abbott en los envases de Sucaryl.

De fines de los 70 encontramos otro gancho para imponer a Sucaryl: una tabla para controlar tu peso en base a tu altura, algo que hoy conocemos con el nombre de IMC. Contaba con el apoyo de Alberto Cormillot!

En la actualidad éste es el logo de Sucaryl y algunas de sus presentaciones: la botellita de toda la vida y el formato en sobres. Los dos productos que se ven en la imagen contienen ciclamato. El Sucaryl con Sucralosa es el que viene en cajas amarillas.   

1 comentario:

  1. viva el azucar! a mi nadie me "instala" nada..a los progres les instalan cosas nomas.por otro lado,me acuerdo del sucaryl..te falto el cilidri ese tan original q venian en los 80s

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