Hoy ya no tiene nada de novedoso ni desde lo beneficioso ni desde lo polémico, pero en el momento de su nacimiento (1997, año de este anuncio) la leche fermentada de Danone llamada Actimel fue una verdadera revolución. Ya existían de estos productos desde la existencia de la leche cultivada en los 80, y si hay que nombrar un producto pionero en este rubro sin dudas ese lugar es para el japonés Yakult. Sin embargo, la extensa y muy agresiva campaña de marketing que Actimel tuvo mundialmente lo ha convertido en el genérico de este tipo de leches. En esta publicidad española vemos una completa infografía para tratar de vender este producto cuando aún no se entendía muy bien qué era. No sólamente podía adquirirse la tradicional presentación en botellita, sino también en formato cremoso. En dicho momento a su famoso fermento exclusivo se le denominaba L. Casei Inmunitass. Con el tiempo se logró consolidar el "Defensis" como un mejor nombre comercial. Este famoso microorganismo fue desarrollado por Danone para la supuesta función de reforzar las defensas naturales de quien lo consumiera, y esto se sustentaba con diversos estudios elaborados por la compañía. Estos microorganismos ayudarían a reforzar la flora intestinal, y se generaría una mejor protección contra bacterias patógenas que asomen por el intestino. Dichos estudios siempre fueron discutidos por los realizados por distintas organizaciones y asociaciones, las cuales han sabido decir desde el rechazo total hacia el mensaje publicitario del producto hasta reconocer que su efecto benéfico es el mismo que se obtiene con un yogur corriente. Actimel llegó a la Argentina de la mano de La Serenísima allá por los años 2000-2001, y además de la botellita blanca venía la de sabor naranja, ambos de gusto horrible. Con el paso de los años desarrollaron variedades diversas, desde la que presenta 0% colesterol, de frutilla, de frutas tropicales, frutos del bosque, miel y otros menos recordados. En 2006 llegaría su competencia criolla, el Sancor Bio, desarrollado en conjunto con científicos del CONICET. Tres años después sufrirían importante ridiculización mediática luego de que la organización alemana FoodWatch los premiara con el Profiterol de Oro por ser la mentira publicitaria más evidente, ya que sus supuestos efectos beneficiosos no eran tales pero igualmente el producto valía mucho más que uno común. También supo decirse que Actimel podía generar acostumbramiento en el intestino y seguidamente el consumo del producto debía ser obligatorio para continuar inmune a los gérmenes, aunque esto último fue ampliamente difundido. Sobre si es al final o no un producto efectivo, sigue siendo algo que depende de la buena fe del comprador que desea creerle a Danone o no. Por lo menos hasta que los L. Casei Defensis se declaren en huelga y ordenen parar la producción para una mejora en sus condiciones de trabajo. Ahí seguramente la cosa se va a aclarar mucho...
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
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