El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Nuestro Segundo Arbolito (1973)

#NavidaddeMarcas Nuestro segundo arbolito, que no pudo ser el oficial porque nos tentamos y lo hicimos desaparecer...


Sin necesidad de mucha complejidad, y conociendo que en época navideña muchos de sus productos aumentan sus ventas, Georgalos supo publicitar de una sola vez gran parte de su catálogo de golosinas familiares: turrones de almendras, de catañas de cajú, garrapiñadas, peladillas, tabletas crocantes y hasta de fantasía (fondant?). No por nada el principal producto que se ve son varias presentaciones del famosísimo Mantecol, que ya por aquel entonces estaba próximo a cumplir sus 35 años de vida. Es que este conocido y tradicional postre argentino fue el primero que fabricó el fundador de esta empresa, Miguel Georgalos, en 1939 llegaba al país luego del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Dos años antes había llegado justamente a Varsovia, Polonia, aprendiendo la técnica y el arte de la elaboración artesanal de golosinas, basándose en tradicionales recetas griegas, su país natal. Dicho expertise le sirvió para instalarse en Argentina y comenzar un negocio basado en una pasta de maní que muy pronto pasaría a ser conocida como Mantecol. Dicha empresa en esos comienzos se denominaba "La Greco Argentina" y recién cambia de nombre al actual Georgalos en los años 50. Tras lograr crecer mucho y comenzar a producir ellos mismos la materia prima (produciendo maní en Córdoba) dicho negiocio se fue diversificando a punto tal de ofrecer en poco tiempo chocolates, garrapiñadas, turrones, caramelos, pastillas y muchos otros. La parte triste de todo esto ocurrió en 2001 cuando, producto de la gran cantidad de deudas que contraía la empresa hasta ese momento, terminan vendiendo la marca Mantecol a Cadbury-Stani-Adams, lo cual genera que a partir de entonces este producto bajara bastante de calidad, aunque su diversificación fue mucho mayor: pudimos ver Mantecol de chocolate, con miel, con pasas de uva, bañado en chocolate, con maní y almendras, inclusive en formato de alfajor o bombones. Lo que se supo decir en aquél entonces es que fue únicamente la marca (la más cara de la empresa) lo que Georgalos vendió, para lo cual luego de recuperarse comenzaron a producir un producto similar al tradicional, en gusto y calidad. Así nace el actual Nucrem, que sin tanta fanfarria ni publicidad exagerada de a poco se va ganando el gusto del consumidor, aunque obviamente no es un producto tan fácil de conseguir como el Mantecol. Atrás quedarían productos y licencias hoy consideradas retro, como las golosinas Dieguito Maradona, el turrón Namur o el chicle globo con un fantasma llamado Ghosty. ¿Cómo sería un arbolito como el de la foto pero con los productos actuales de Georgalos? Además del glorioso Nucrem y sus productos navideños, no podrían faltar las tabletas de chocolate Tokke, sus muy ricos chocolates sin azúcar (con su paquete verde Ser), los caramelos Flynn Paff (así como sus confitados y chupetines), el caramelo chicle Mr Monkey y las barras de cereales Flow. Y todo sería muy lindo hasta que aparezca Soledad Pastorutti a decirnos cómo pasa ella las fiestas, mientras al mismo tiempo nos quiere vender alimento para perros.


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