El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

martes, 23 de febrero de 2021

Helio con leche (1995)


El verano de 1995/1996 un novedoso método de publicidad instaurado a fines del año anterior llamó la atención de la población y hasta el día de la fecha se lo sigue recordando con lujo de detalles. A mediados de los 90 La Serenísima (recientemente asociada con Danone) adoptó una estrategia maerketinera sumamente bien recibida: contrató un dirigible que se paseó por diferente lugares del país regalando productos lácteos de la compañía. Aunque no se recibiera necesariamente nada como obsequio, simplemente el verlo volando por ahí (o escuchar su fuerte ruido) fue para mucha gente un grato recuerdo: increíblemente hay por la red dando vuelta registros en video de hace 25 años siguiendo el trayecto de este artilugio publicitario. De noche, además, emitía un mensaje lumínico desplegable en donde, cual rockstar, agradecía pasar por la ciudad que surcaba. En tierra lo escoltaban varios vehículos que lo seguían a la par para cualquier tipo de soporte.
En la pequeña nota de hoy nos trasladamos a Noviembre de 1995: ese mes la revista dedicada al mundo de la aviación llamada Alas hacía una pequeña cobertura sobre la Convención en vuelo Número 14 de la EAA Argentina (o sea la Asociación Argentina de Aviación Experimental) en donde el mencionado dirigible hacía una participación especial regalando sus productos. No participaba por ningún concurso pero igualmente su presencia publicitaria fue bien recibida. Hasta en un lugar tan poco esperado como esta revista La Serenísima ya había logrado hacer algo de publicidad.
El dirigible en así tuvo su propia campaña publicitaria en 1995: un concurso en donde mandando tapitas de los yogures y postres de la marca podías ganar un viaje en él con amigos. Al año siguiente fueron por más y canjeando tapitas de lácteos te llevabas un mini dirigible inflable, los cuales aún hoy se conservan o se venden en la red. También el dirigible con su correspondiente "GG" (el fermento lácteo que LS explotaba en ese entonces) escrito en su superficie aparecía adornando la entrada de kioscos y almacenes. Más selectamente existió otro producto publicitario de la época: un breve VHS sobre la historia de los zeppelines y la construcción en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) del dirigible propio, lógicamente con la amena locución de Pancho Ibañez.
Otras marcas como Goodyear, Budweiser o Mc Donald's usaron el mismo truco publicitario, pero el de la empresa láctea es el que mejor imagen dejó. Esto lógicamente se tradujo en un importante incremento de ventas. Y como toda celebridad fue conocida tanto su vida como su muerte: una muy bien documentada jornada tormentosa de Noviembre de 1996. Un frente frío arremetió contra la nave y a ésta no le quedó otra que hacer un aterrizaje de emergencia en Santa Fe. Su triuplación resultó ilesa pero el pobre dirigible ya en tierra fue arrastrado por fuertes vientos antes que se desinflara en su totalidad hasta ser completamente destruido. Aunque esto se sabe fehacientemente hace mucho, aún no se ha desactivado del todo el mito urbano de que "fue bajado a balazos por gente de Fuerte Apache".
Con el correr de los años se terminó volviendo un clásico de La Serenísima: para su aniversario 90 en 2019 por ejemplo, aparte de volver a fabricar leche cultivada o yogur con crema supo verse la silueta del dirigible asomando el "90 años" que se veía en heladeras publicitarias. El tiempo pasa pero el recuerdo de este zeppelín no se lo puede llevar el viento...

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