La creación de nuevos productos siempre responde a necesidades que sólo ciertos iluminados pueden captar y a través de un arte difícil de explicar y trasferir logran desarrollar algo que intenta suplir ese tipo de demandas. A veces esas necesidades no son tan urgentes y el producto sólo es una mera novedad de temporada: otras veces es una idea revolucionaria que marca un antes y un después en la historia marketinera. ¿En qué lugar ubicaremos en un futuro a la novedad cordobesa llamada “alfajor de pollo”?
Este singular producto que ha tenido en las últimas semanas una gran repercusión desde medios nacionales es una creación de Miryam Días, la encargada de una rotisería en la localidad cordobesa de Nono, Traslasierra. Tras haber escuchado constantemente el apodo futbolero (que también servía para el “helado de pollo”) surgió la curiosidad de explotar el ahora en pañales mercado de alfajores salados: tras el éxito de este alfajor fueron apareciendo otros sabores, como cabrito y ternera además de la opción vegana hecho a base de morrones, berenjena y champignones. Pero lo que es seguro es que son todos salados. Como muestra las fotos, esa rotisería también vende sandwichs, empanadas, tostados, picadas y licuados.
Una vez en 2015 habíamos probado el controvertido chocolate Cofler Rex en parte por mucha gente que creía que una multinacional se había arriesgado a lanzar un chocolate con trozos de galletita con la sal y todo: era obvio que la galletita sólo tenía componentes dulces y la idea de mezclar esas marcas era más que nada por impacto y polémica, pero en la actualidad seguimos viendo lo mismo. Está apareciendo gente que no quiere probar esta curiosidad porque tiene “le da asco el pollo mezclado con dulce de leche”. En fin…
Tuvimos la suerte de probar este mentado producto y tenemos muchas cosas para decir: que no tiene una pizca de dulce, para los que se asustan de cosas que no comen. Que tuvimos la peculairidad de justo agarrar dos unidades que tienen el “pollo” sobreescrito sobre un envase de alfajor vegano porque el envase original tiene tanta producción que se agotó. Que recomendaron de darle un golpe de calor antes de comerlo plenamente. Y eso justamente terminamos de hacer luego de darle una mordida al producto fresco.
El aroma del producto es claramente a queso, aquél que Miryam relató en su raid de notas como reemplazo del coco que aparece en los bordes de los alfajores típicos. Por ende, al calentarlo un poco ese quesito no invasivo es lo primero que probaremos. Le sigue el esperado sabor a pollo mezclado con cebollita de verdeo, orégano y laurel: un gusto que recuerda el relleno de las empanadas de mismo tipo, aunque sin “juguito” que ligue todo. El pollo no está procesado sino picado. Será algo más seco que una empanada, pero con la suerte de no desbordarse el relleno en ningún momento, y tener unas tapas saladas (que creímos que eran de maicena pero contiene sémola) que tampoco hacen migas. Por gusto personal se extrañaría un poco de mayonesa que haga la mezcla más agradable, pero no debe ser fácil comercializar un producto así.
De hecho, algunos consumidores todavía dudan si una rareza así cuenta con controles aptos para ser vendido. No tenemos idea para responder eso, pero lo que sí tiene respuesta es que evidentemente la definición de alfajor como algo que está relleno de dulce únicamente ahora tiene posibilidades de cambiar. Al tener un relleno especial creado especialmente para este producto, sería difícil confundirlo con un sándwich, el cual tiene decididamente otra presentación y otros posibles ingredientes para agregar. Lo dice alguien que probó los exquisitos “avemayos” de Chile…
Como dijimos al principio, no sabemos el destino potencial de una creación así: generará copias en todo el país durante cierto tiempo (por ejemplo en los “alfajores El Nazareno” que están enfrente a la rotisería de Miryam), quedará como una rareza veraniega que se olvidará rápidamente o se volverá un producto bisagra que cambiará para siempre la historia del alfajor argentino? Desde ya que nuestra posición será siempre la de diversificar los mercados a todo tipo de ideas locas para seguir enriqueciendo este libro de marcas. Esperemos que para cuando llegue la respuesta también se hayan calmado las discusiones sobre adónde es la capital del alfajor argentino (Córdoba? Mar del Plata? Santa Fé?) y si se puede o no mojarse en leche como si fuera una galleta. Mientras tanto, yo me voy a sentar a esperar a que nazca el alfajor de milanesa…
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