El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

lunes, 29 de julio de 2019

Otro alfajor mediterráneo... pero qué alfajor!




La semana pasada estuvimos unos días por Córdoba y para traer de recuerdo de dicha travesía nada mejor que hablarles de alfajores, aquellas joyas propias de dicha provincia, siempre disputándose el liderazgo con Mar del Plata.
Marcas de alfajores cordobeses hay una barbaridad, y esta vez se ha decidido hablar de una marca poco conocida, de temple artesanal y que ofrecía en una feria de productos regionales su caja de “surtidos”: son los alfajores La Paila. Si bien al costado de la caja se hablaba de que disponían de cajas de alfajores con fruta, con dulce de caña e incluso variedades santafesinas, la autodenominada caja surtida de La Paila sólo incluía dos variedades: chocolate con dulce de leche y maza de maicena y glacé con el mismo relleno.
Además de disponer de una excelente presentación, estos alfajores son realmente muy buenos: los negros tienen su dosis correcta de amargura y cacao y los de glacé un dulzor ideal, sin exagerar. El dulce de leche no viene en demasía ni pretende empalagar, sino que se mezcla perfectamente en la boca con el resto de la masa, y su cantidad justa ayuda a que sus paquetitos individuales vengan limpitos, sin desbordes pegajosos. Estéticamente el chocolate y el glacé están desparejos por todos lados, pero por alguna razón no es algo que desentone con la propuesta artesanal de toda la marca. No se trataría de una queja para mí, pero probablemente lo sea para muchos otros: su masa es extremadamente blanda, generando que si alguien los quiera partir se desgrane en muchas partículas de miga por todos lados. La expresión “se te deshacen en la boca” nunca fue tan literal. El lado bueno de esto es que son verdaderamente frescos, y comerlos en ese estado da un poco más de placer si es posible. Salvo que se los quiera cortar con un cuchillo…
La Paila también se dedica a la venta de dulces caseros (membrillo, alcayota, naranja), conitos de dulce de leche, aderezos, confituras, dulce de leche e higos con nuez, nueces confitadas, yemitas con coco, graznates norteños, etc. y además andan ostentando haber obtenido en la XXI Fiesta Nacional del Alfajor del año 2018 el segundo puesto en la categoría “mejor alfajor de chocolate”: una buena estrategia de marketing teniendo en cuenta que el que salió primero (el mendocino Entre Dos) no ha hecho tanta publicidad sobre el asunto. Y eso que también lo probamos y es bastante buenos…
Sin dudas, son alfajores para regalar y quedar muy bien ante ese fanático que todos conocemos que nos pide a gritos en los viajes que le mandemos algo. Con La Paila, difícilmente queden mal. Son bastante más caros que las cajas de las marcas más famosas tipo La Quinta o Chammas, pero no se van a arrepentir. Son tan livianitos en su masa que se pueden comer varios sin darse cuenta que se están vaciando la caja. Nos quedamos con ganas de probar más gustos, sobre todo el de caña…

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