Se insistió y se logró: luego de
años de insistencia, las marcas lograron imponer que el comer nachos con algún
tipo de salsa para “dipear” se vuelva una costumbre que no resulte tan
descabellada ver por esta parte del mundo. La aparición de marcas con diversos
sabores y formatos de estos snacks de maíz, como Doritos, Tostitos, Quento, Antojitos,
Krachitos o Macritas lo demuestran. Lo que no se desarrolló de manera muy
fructífera en el país fue, eso sí, las salsas que pueden ser utilizadas para
estos ágapes tan particulares. Es más probable que dichas preparaciones sean
caseras a envasadas.
En 2010 aparecieron unas latas
que de lejos parecían de atún marca Doritos: se trataban de salsas justamente
para acompañar su producto estrella. Estaban disponibles 2 sabores: picante y
cheddar. Se trataan de productos de muy buena calidad pero, despojados de su
única función conocida, eran un aderezo más sin más cualidades. Tuvieron que
pasar casi 10 años hasta que divisamos un producto que nuevamente quiere
apostar a lo grande en ese nicho tan
poco explotado.
Aún sin gran publicidad, salieron
a la calle dos artículos untables a base de queso marca Adler pensados
especialmente para ser comidos mojados por algún snack. Se llaman Adler
Pic-a-Dip (sinceramente un nombre muy original y pegadizo) y se han conseguido
en dos gustos: Oliva y Jamón por un lado, Cheddar y Bacon por el otro. Ambos
generaron sensaciones en el paladar bien diferentes.
Lo alentador de probar cualquiera
de estas dos variedades es que son mezclas no disponibles en ningún otro untable
de la misma marca o de otra cercana. Son sabores por el momento exclusivos y
que al ser probados efectivamente no son similares a los quesos ya existentes.
El primero en probarse fue el
Oliva y Jamón: gustos que parecen bastante antagónicos y que, basado en el
prejuicio, uno iba a creer que la oliva (tal cual pasa con otros artículos de
dicho sabor, como los Twistos) iba a ser el gusto “débil” mientras que el jamón
se convertiría en el invasivo y cansador de siempre. Sorpresivamente fue al
revés: este quesito tiene un fuerte y muy agradable sabor aceituna verde que
impresiona; el jamón en cambio está relegado a los trocitos que se divisan en
el medio del preparado. Superó muy bien la primer prueba y dieron ganas de
seguirlo y seguirlo comiendo.
Más curiosidad todavía despertaba
el segundo sabor: ¿Qué gusto iba a tener un queso sabor cheddar y bacon, es
decir dos sabores bien fuertes? El ganador resultó ser el cheddar: al tratarse
de queso, es obvio que tanto el olor como el gusto es de cheddar auténtico. Éste
es un pequeño mensaje a la gran cantidad de papas fritas y demás snacks que se jactan
de tener ese sabor y no se le acercan ni de casualidad. La combinación hizo
acordar mucho a la mezcla que se arma en la boca tras comer alguna hamburguesa
en donde se mezclan ambos ingredientes, pero sin exagerar.
¿Qué tienen en común ambos
quesos? En ambos el sabor dominante es el de la pasta en sí y no el de los
trocitos circulantes (por algo en el nombre van en el orden que van…), ambos
vienen en recipientes aptos para ser metidos así como así al microondas y
disfrutar caliente. Y además, ambos tienen en sus envases la leyenda “el sabor
de siempre ahora se puede dipear”: es una manera de decir que es un producto
pensado para el dipeo (por algo tiene ese nombre) pero evoca a que, ante el
consumidor sigue siendo el queso Adler saborizado de siempre. Con esta acepción
se aseguran no perder público conservador pero a la vez suman nuevo: mientras
que es difícil comer una salsita llamada Doritos con otra cosa que no sean
Doritos, resulta totalmente adaptable comer estos untables con nachos pero
también con pan, con grisines, con galletitas, con el dedo… en definitiva con
todo lo que el queso untable tradicional Adler ya conoce bien. Otra cosa: su consistencia
es bastante más pastosa y grumosa (si se lo trata de sacar con cuchillo, éste
chorrea), realmente se parece a las salsas para nachos que aparecen en cuanto
uno googlea recetas. Pero ante la duda… se convierte en un queso untable ante
la mirada del desconfiado.
Si hubiera que elegir uno de los
dos, claramente me quedo con el de oliva y jamón por tener un sabor novedoso y
sumamente bien logrado. El cheddar no se queda atrás pero no impactó tanto, y
aparte dio la sensación de tener un olor muy fuerte. Pero eso no quita que
ambos sean recomendables y reactiven una opción interesante para que podamos
comer unos piolas nachos con cheddar como si fuéramos un grupo de yanquis
mirando el “supertazón”…
Una mención aparte hacemos a los
nachos que utilizamos para este experimento: se trataban de unos en oferta llamados
Poco Loco sabor queso (el otro disponile era con chili) y que tenían una
correcta cantidad de sabor y olor. En contrapartida, los Doritos comunes
resultan más intensos. Uno esperaría con ese nombre que un producto así
provenga de México o algún otro país latino pero no… son importados de Bélgica!
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