El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

viernes, 24 de mayo de 2019

Dipeando con Adler



Se insistió y se logró: luego de años de insistencia, las marcas lograron imponer que el comer nachos con algún tipo de salsa para “dipear” se vuelva una costumbre que no resulte tan descabellada ver por esta parte del mundo. La aparición de marcas con diversos sabores y formatos de estos snacks de maíz, como Doritos, Tostitos, Quento, Antojitos, Krachitos o Macritas lo demuestran. Lo que no se desarrolló de manera muy fructífera en el país fue, eso sí, las salsas que pueden ser utilizadas para estos ágapes tan particulares. Es más probable que dichas preparaciones sean caseras a envasadas.
En 2010 aparecieron unas latas que de lejos parecían de atún marca Doritos: se trataban de salsas justamente para acompañar su producto estrella. Estaban disponibles 2 sabores: picante y cheddar. Se trataan de productos de muy buena calidad pero, despojados de su única función conocida, eran un aderezo más sin más cualidades. Tuvieron que pasar casi 10 años hasta que divisamos un producto que nuevamente quiere apostar a lo grande  en ese nicho tan poco explotado.
Aún sin gran publicidad, salieron a la calle dos artículos untables a base de queso marca Adler pensados especialmente para ser comidos mojados por algún snack. Se llaman Adler Pic-a-Dip (sinceramente un nombre muy original y pegadizo) y se han conseguido en dos gustos: Oliva y Jamón por un lado, Cheddar y Bacon por el otro. Ambos generaron sensaciones en el paladar bien diferentes.
Lo alentador de probar cualquiera de estas dos variedades es que son mezclas no disponibles en ningún otro untable de la misma marca o de otra cercana. Son sabores por el momento exclusivos y que al ser probados efectivamente no son similares a los quesos ya existentes.
El primero en probarse fue el Oliva y Jamón: gustos que parecen bastante antagónicos y que, basado en el prejuicio, uno iba a creer que la oliva (tal cual pasa con otros artículos de dicho sabor, como los Twistos) iba a ser el gusto “débil” mientras que el jamón se convertiría en el invasivo y cansador de siempre. Sorpresivamente fue al revés: este quesito tiene un fuerte y muy agradable sabor aceituna verde que impresiona; el jamón en cambio está relegado a los trocitos que se divisan en el medio del preparado. Superó muy bien la primer prueba y dieron ganas de seguirlo y seguirlo comiendo.
Más curiosidad todavía despertaba el segundo sabor: ¿Qué gusto iba a tener un queso sabor cheddar y bacon, es decir dos sabores bien fuertes? El ganador resultó ser el cheddar: al tratarse de queso, es obvio que tanto el olor como el gusto es de cheddar auténtico. Éste es un pequeño mensaje a la gran cantidad de papas fritas y demás snacks que se jactan de tener ese sabor y no se le acercan ni de casualidad. La combinación hizo acordar mucho a la mezcla que se arma en la boca tras comer alguna hamburguesa en donde se mezclan ambos ingredientes, pero sin exagerar.
¿Qué tienen en común ambos quesos? En ambos el sabor dominante es el de la pasta en sí y no el de los trocitos circulantes (por algo en el nombre van en el orden que van…), ambos vienen en recipientes aptos para ser metidos así como así al microondas y disfrutar caliente. Y además, ambos tienen en sus envases la leyenda “el sabor de siempre ahora se puede dipear”: es una manera de decir que es un producto pensado para el dipeo (por algo tiene ese nombre) pero evoca a que, ante el consumidor sigue siendo el queso Adler saborizado de siempre. Con esta acepción se aseguran no perder público conservador pero a la vez suman nuevo: mientras que es difícil comer una salsita llamada Doritos con otra cosa que no sean Doritos, resulta totalmente adaptable comer estos untables con nachos pero también con pan, con grisines, con galletitas, con el dedo… en definitiva con todo lo que el queso untable tradicional Adler ya conoce bien. Otra cosa: su consistencia es bastante más pastosa y grumosa (si se lo trata de sacar con cuchillo, éste chorrea), realmente se parece a las salsas para nachos que aparecen en cuanto uno googlea recetas. Pero ante la duda… se convierte en un queso untable ante la mirada del desconfiado.
Si hubiera que elegir uno de los dos, claramente me quedo con el de oliva y jamón por tener un sabor novedoso y sumamente bien logrado. El cheddar no se queda atrás pero no impactó tanto, y aparte dio la sensación de tener un olor muy fuerte. Pero eso no quita que ambos sean recomendables y reactiven una opción interesante para que podamos comer unos piolas nachos con cheddar como si fuéramos un grupo de yanquis mirando el “supertazón”…


Una mención aparte hacemos a los nachos que utilizamos para este experimento: se trataban de unos en oferta llamados Poco Loco sabor queso (el otro disponile era con chili) y que tenían una correcta cantidad de sabor y olor. En contrapartida, los Doritos comunes resultan más intensos. Uno esperaría con ese nombre que un producto así provenga de México o algún otro país latino pero no… son importados de Bélgica!

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