El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

jueves, 26 de julio de 2018

Un vino por encima de todo (1967)


En otros tiempos era habitual que una empresa que se instalaba en un pueblo se relacionara tan intensamente con la cultura de los alrededores que pasaba a formar parte indivisible de la identidad del lugar. Un ejemplo bastante recordado es el de la bodega La Superiora de la provincia de San Juan: hace añares que ya no existe más pero la calle que tiene frente a ella se le sigue diciendo “La Superiora” en lugar de su verdadero nombre “Dr Ortega”, una costumbre muy arraigada entre los vecinos y que los turistas aman tanto después que se pasan toda una tarde tratando de encontrar una calle que no está inscripta en ningún lado. Como se dijo antes, se trata de una marca muy vinculada con su zona de origen (Villa Krause, Rawson) pero sólo una parte de su historia tiene que ver con Cuyo: su casa matriz quedaba en Buenos Aires, siendo fundada en 1897 por el español Manuel Lemos. Ese año quedaría a partir de entonces inscripto en sus botellas, tal como vemos en la primer imagen: una publicidad de 1967 del vino Superiora Viejo, aunque también se hace mención a las variedades Relicario, Lemos Selecto y Las Vegas tipo Riesling. El origen del nombre de la bodega se debe a la monja que se hizo amiga de Manuel Lemos cuando él venía en barco desde España. Existe una teoría menos romántica: la casa natal de Lemos quedaba en la Villa Superiora. Sea un homenaje o no, nació primero el local de venta de vinos, y ya para 1911 se inaugura la primera bodega en Maipú, Mendoza. La ubicada en San Juan llegaría en 1920. Hasta ese momento el vino se compraba en vagones en Cuyo y era envasado en Buenos Aires, pero con esta jugada facilitaban los costos y aseguraban la calidad siendo también productores de la materia prima. Paralelo a este crecimiento, en varios rincones del país se inauguraban sucursales de La Superiora, dedicadas a vender vino suelto y envasado. El hecho de vender también vino suelto impregnaba estos locales con un inconfundible y penetrante aroma: además, todos los locales contenían la misma disposición de bordalesas con canillas y piso de aserrín, muchos años antes de que se acuñara el término “franquicia”. Tal como lo relata el sitio La Región Internacional, el entusiasmo de Lemos era inagotable e intentaba a cada rato alguna idea nueva: es así como en 1927 realizan convenios con los Ferrocarriles para que pasara el tren directamente por delante de sus bodegas(obviamente pintado con el logo de la empresa), facilitando la logística. Supo desarrollar una escuela para sommeliers, una biblioteca enológica y hasta la curiosa idea de poner una persona vestida de rojo paseando por la vereda de sus locales como publicidad para épocas de cosecha que se distinguía bien de lejos. Algo también innovador fue el asociar la sociedad anónima La Superiora con los mismos obreros asegurando su participación, ya que se trataba de un hombre profundamente preocupado por la equidad y la distribución social de la riqueza. No por nada se dedicó también a la construcción de barrios y escuelas para sus empleados. Ya en los años 30 los locales La Superiora ofrecían cualquier tipo de marcas de vinos (no sólo los propios) y habían diversificado su mercado de la uva más allá del vino: también producían caramelos, mermelada, extracto y hasta pan de uva. También elaboraban el oporto que luego comercializaba Sáenz Briones con el nombre “El Abuelo”. Hasta hay lugar para la polémica: nunca quedó del todo claro si fue él quien sugirió hacer una fiesta de la vendimia para mostrar al país las cualidades del vino. Tras su fallecimiento en 1946 a la empresa aún le quedaban varios años de bonanza por delante. En los 60 y 70 llegaron a consolidarse en el mercado del Champagne a través de las marcas Protocolo, Vigal y Santa Silvia. Además, por las mismas décadas elaboraban la borgoña Carta de Plata, el oporto Palacios y el jerez Don Juan. En los años 80 arranca una cruda decadencia, y luego de varios años de abandono llega el remate de los terrenos de San Juan en 1997. Llegaría un período de intenso abandono y robo del material que quedó, junto a volverse una zona bastante insegura. Su suerte empezaría a cambiar en 2012, cuando se anuncia la expropiación de los terrenos para la creación de un centro cultural y polideportivo: un anuncio más de los que varias veces se plantearon hacer con ese sitio, pero el que más lejos pudo llegar. Llegó a soñarse (demasiado) en grande alguna vez e idearse una especie de parque temático infantil que rápidamente fue inviable por sus costos. La última foto es de principios de 2018: aún puede leerse el nombre La Superiora alrededor de la obra que comenzó recién en 2016. Se hizo todo lo posible para mantener el casco histórico del edificio: dentro de él habrá un paseo de artesanos, un microestadio, un museo dependiente de la Universidad Nacional y otros elementos difíciles de imaginar hasta que estén a la vista. Sin dudas, una acción que el mismo Manuel Lemos le hubiera gustado ver.   

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