Si se hizo la
publicación sobre Windows 98 un día antes de lo previsto fue para justamente
dejar para el 25 de junio una fecha mucho más relevante para todos nosotros:
hace 45 años se publicaba por última vez una tira sobre Mafalda, aquella
inolvidable creación del mendocino Joaquín Salvador Lavado, Quino. Y más allá
de la gran cantidad de productos de merchandising que supo tener en todos estos
años, ella misma nació como un producto publicitario: dentro de todo es
bastante conocida la historia de su origen. En Septiembre de 1964 se publicaba
la primer tira de Mafalda, tras haber fracasado un año antes como parte de una
publicidad encubierta que se había pretendido hacer para unos eventuales
electrodomésticos Siam Di Tella llamados Mansfield. La responsable de esta
creación fallida había sido la agencia Agnes y el empleado que había ido hasta Miguel
Brascó para solicitar la creación de la tira se llamaba ni más ni menos Norman
Briski. El primer encargado de esto estaba demasiado ocupado así que le delegó
el trabajo a Quino. Así las cosas, tras el fracaso de esta campaña (los
productos nunca se hicieron y los diarios no aceptaron la tira por resultar
demasiado evidente que era mera publicidad y encima gratuita) la historia en sí
quedó cajoneada un tiempo hasta que empezó a emitirse en la revista Primera
Plana. De la época del pedido de la agencia publicitaria quedó el nombre
Mafalda: debía ser sí o sí un personaje con M al principio de su nombre, y la
inspiración para Quino fue la película Dar la Cara basada en la novela de David
Viñas donde aparecía una bebé con dicho nombre. Años más tarde aparecería en el
diario El Mundo y finalmente de vuelta a una revista, en ese caso Siete Días,
hasta que el 25 de Junio de 1973 apareció por última vez publicada, sin que
nunca haya amagado siquiera a volver a aparecer. Las causas de dicho abandono
fueron varias según la época, pero el consenso actual dispone que esto se debió
al profundo cansancio que ya estaba teniendo Quino con su máxima creación. También
supo decirse que el clima enrarecido que se vivía en Latinoamérica con sus
constantes golpes de Estado en pleno período de Doctrina de la Seguridad
Nacional hubiera impedido que Mafalda siguiero diciendo lo que siempre decía:
Quino le supo decir al sitio 20 minutos que si seguía dibujando a Mafalda era
probable que a los dos o tres meses le pegaran un tiro. Tras haber concluido
con la tarea de dibujarla, efectivamente se fue del país. Ya por ese entonces
la tira había logrado reflejar la realidad de muchos argentinos (sobre todo los
más chicos) de manera enternecedora. No por nada sigue siendo un personaje tan
admirado hasta la fecha, y sus chistes y situaciones vividas en ese tiempo se
pueden siempre adaptar a la actualidad. El revisionismo histórico a lo que se
somete cada cosa del pasado no ha sabido ser muy benévolo con la pobre nena: se
ha sabido decir que sus opiniones eran muy “tibias” que sólo decía lo que
cualquiera diría, lo demasiado políticamente correcto, sin “jugársela” por nada
en especial. A veces los críticos se olvidan que se trataba de una nena de 6
años y por ende nunca hubiera quedado demasiado natural irse demasiado por las
ramas en el discurso político. Pero más allá de eso, Quino supo crear a Mafalda
debido a que justamente le parecía que una nena era el mejor personaje para
expresar la disconformidad con el mundo, la necesidad de expresar lo
contradictorio que resultaba que en la escuela se enseñara algo muy diferente a
lo que se practicaba en el mundo real: un personaje fuertemente inspirado en el
feminismo de entonces. Luego de esas fechas, Mafalda nunca volvió como tira
oficial: sí hubieron cientos de reediciones de las tiras tradicionales
(inclusive ediciones que incluían todas las veces que había sido nombrada por
otros dibujantes famosos como Fontanarrosa, Sendra o Caloi) y alguna aparición
fortuita en aquellas tiras que aparecían al final de la revista de Clarín/Viva.
Y no sólo quedaron las geniales tiras, unos cortos animados de 1993 y hasta una
extraña película de 1982, sino también juguetes como el de la foto: una muñeca
marca Rayito de Sol del año 1970. Tuve la suerte de conocer a Quino en el año
2013 cuando pasó fugazmente por San Juan para inaugurar una biblioteca popular.
Los gobernantes provinciales de entonces se lo llevaron rápidamente para mostrarle no se qué
cosa, dejando a una grandísima cantidad de fanáticos con sus libros sin ningún
autógrafo. A pesar de todo, estas cosas se olvidan y todo lo que ha
representado este personaje para muchos jóvenes lectores sí es verdaderamente
imborrable, al punto tal que llegamos a imaginarnos… cómo sería un encuentro de
Mafalda con Lisa Simpson?
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
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