El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

miércoles, 14 de marzo de 2018

Un auto sui generis (1972)


En épocas donde las publicidades de autos estaban dejando de nombrar las cualidades de los vehículos y empezaban a vender emociones y estatus social, apareció este aviso del histórico Citroën 3CV aclarando que para los soñadores y artistas, el mejor auto era el de ellos. Era una manera de vender otro tipo de status que el que ya anunciaban otros modelos: en definitiva, usar el mismo recurso que los demás pero apuntar a otro tipo de público que el que aspiraría autos más grandes u ostentosos. Corría el año 1972 y “el Citroën” aún tenía muchos años de productividad por delante: ya no era un modelo nuevo pero igualmente conservaba sus seguidores. Muchos no lo saben, pero en realidad el 3CV es un modelo diferente respecto del original europeo, que en realidad se llama 2CV. Este último, nacido en Francia en 1948, tenía ese nombre en referencia a los dos caballos de vapor que ofrecía. Su creador se llamaba Pierre-Jules Boulanger, quien manejaba la empresa Citroën por ese entonces, desarrollando inicialmente el prototipo TPV (Toute Petite Voiture, en un principio usando un motor refrigerado por agua) antes de la segunda guerra mundial y luego el auto que conocemos, manteniendo en secreto el proyecto hasta el fin de la guerra. Desde siempre se caracterizó por tener fanáticos y detractores: quienes amaban la forma que tenía y lo consideraban el auto de gente joven e idealista (propiedad aprovechada en la publicidad) y los que lo detestaban y le fueron poniendo con el correr del tiempo cientos de apodos. Lo consideraron una lata de sardinas, un paraguas metálico con 4 ruedas… hasta el padre de Mafalda tuvo uno y ella lo defenestró! Pero a pesar de eso continuó progresando su diseño “campechano” y su sencillo motor, hasta que a fines de los 80 fue cesando progresivamente su producción, hasta que en 1990 se fabricaron los últimos. Las reversiones del cásico modelito fueron muchos: existió la furgoneta AZU (que en Chile se denominó “Citroneta”), el modelo “Sahara” 4x4 con una rueda de repuesto sobre el capó, el inglés Bijou (con diferente carrocería), el modelo intermedio “Ami” (Ami 6, Ami 8, Ami Super XC…), el competidor del Renault 4 “Dayne” (llamado en Francia Acadiane y en Japón “Jyane”) que luego serviría de base para crear el Méhari, el bizarro Citroën Coccinelle (un prototipo con forma de gota de agua que terminó con el apodo de “vaquita de San Antonio”) y, como dijimos más arriba, el criollo 3CV. Este modelo se comenzó a fabricar en el país en 1970, siendo los encargados las Industrias Eduardo Sal-Lari (IES). El cambio de nombre simplemente fue para demostrar una supuesta evolución entre los 2CV que ya se usaban y este nuevo modelo, aunque en Europa el 3CV era el nombre del Ami. Desde este rincón del mundo fueron apareciendo entonces los 3CV Prestige de 1972, los M28 de 1978 y los 3CV América, aquellos de 1986 con los faroles cuadrados y aspecto de “auto ochentoso”. Este último, y también la furgoneta IES Carga ya no tenían el nombre Citroën porque desde 1980 la empresa francesa decidió no seguir fabricando en la Argentina, pero IES logró en el 83 continuar la producción, disputas legales de por medio. Estos modelos eran principalmente verdes, y eso bastó para que recibieran un nuevo apodo: “la ranita”, término que se popularizó gracias a los stickers con ranas que la gente pegaba en sus autos. También ese modelo, pero amarillo, era el ofrecido en el programa Los Juegos de Terror de Raúl Portal (Canal 11, 1988) si hacías reír al Conde Atilio. También quiebra esta empresa en 1990 y esta nueva década definitivamente comienza sin 2CV ni 3CV siendo producidos en ninguna parte del mundo: la última fábrica cierra en Portugal en 1991. Desde entonces, los coleccionistas y fieles seguidores siguieron conservando y explotando lo mejor que pudieron a los modelos fabricados hasta el momento: tunizarlos, hacerlos correr en competiciones, ponerle carrocería de cualquier color,  o hasta incluso partirlo al medio y convertirlo en una limusina. Siguen circulando los que sobreviven al paso de las décadas, pero continúan conservando sus tiernas características: su palanca de cambios a la altura de la luneta, su cualidad de no volcarse nunca, su propiedad cuasi “anfibia”, su techo de carpa, la comodidad de poder empujarlo casi con una sola mano, sus faroles redondísimos… por todo esto y mucho más, el Citroën 3CV o 2CV sigue siendo la pasión de muchos “hombres libres” hecho a su medida, a los cuales aparentemente el status no les importaba…   

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