Aunque no se
distinga en este aviso de 1973, es más que obvio que el color de la caja de
Maizena es amarillo y sus letras son de color rojo: se trata de una de las
marcas más inconfundibles que existen en el mercado argentino, al punto tal que
es el nombre genérico de cualquier harina de maíz que se pueda conseguir. Nunca
se trató de un ingrediente que fuera el elemento mayoritario de una receta sino
que, tal como vemos en la publicidad, su negocio siempre fue el de ser la
“pizca especial” dentro de otras preparaciones. Hay una grandísima excepción a
esta regla: los alfajores (como no podía ser de otra manera) “de maizena”, los
cuales trascienden cualquier generación y se siguen comiendo desde hace añares.
Al igual que pasa con las Chocolinas y la Chocotorta, dichos alfajores casi que
se han comido el concepto de Maizena y es difícil que alguien compre una caja
de esas sino es para hacer los famosos alfajorcitos. No obstante, como ya se ha
dicho aquí, existe una gran cantidad de preparaciones que manera mucho más
secreta incluyen a Maizena en su composición: no por nada en varios países en
los que se comercializa su slogan supo ser “Maizena es más de lo que usted
imagina”. En Inglaterra en 1840, el almidón de maíz que se producía no tenía
inicialmente fines alimenticios, sino que se ocupaba para uniformes de
empleados industriales. En Estados Unidos un tal Thomas Kingsford creó una
fábrica con fines similares a los europeos, pero se le atribuye a él el
volantazo hacia el sector alimentario. Varios años más tarde y aprovechando el
éxito que se venía cosechando, en 1854 nace el negocio de Wright Duryea: la
marca Maizena, obviamente en su clásica cajita amarilla. Así es: para los que
no lo sabían, ese nombre “Duryea” que suele aparecer hasta la actualidad en el
frente de las cajas de esta harina no es otra cosa que el apellido del
fundador. No pasaría mucho tiempo para que tanto la compañía de Kingsford como
la de Duryea se convirtieran en una sola: nace en 1906 la Corn Products
Refining Company. De este último nombre se desprendería la filial criolla,
llamada oportunamente Refinerías de Maíz. Como ya supimos comentar antes, de
esa fábrica también salieron el aceite Mazola, la melaza Kero, la mostaza
Savora y la mayonesa Hellman’s. Por aquél entonces Maizena ya era una marca
mundialmente reconocida, al punto tal que generó este llamativo conflicto: un
industrial colombiano llamado Vicente Giraldo tuvo la genial ocurrencia de
crear una fábrica llamada Maizena Univerzal… con caja amarilla y todo!
Inevitablemente todo derivó en un juicio por parte de Duryea, pero debido a la
profunda defensa que “Don Vicente” realizó para mantener la industria nacional,
la sacó bastante barata: ganó el juicio y Duryea le terminó comprando la
fábrica, sacándole así el “universal” del título. De esta forma, en todo el
mundo la marca se pronuncia exactamente igual, a diferencia de Venezuela donde
se le dice Maizina, pero es el nombre oficial de por allí. Volviendo a
Refinerías de Maíz, esta multinacional pasó a llamarse BestFoods en 1997 y
desde el año 2000 pertenece a Unilever: desde entonces, es esa empresa (dueña
también de los jabones Ala, Granby, Drive y Skip, el suavizante Vívere, las
sopas Knorr, el puré de tomates Cica, los desodorantes Rexona y Axe, etc etc
etc…) la encargada de producir y comercializar a Maizena. Salvo la aventura de
haber creado en 2003 los Maizena Nutrisabores (que le podían dar sabor a
chocolate, frutilla, dulce de leche o vainilla a la leche) siempre fue una
marca poco atendida por parte de Unilever. Muy pocas veces se han vuelto a ver
comerciales suyos. Justamente este año apareció uno donde Maizena se sube al
tren de la modernidad y, al igual que muchas otras marcas de la cocina,
inaugura sus páginas en redes sociales para la difusión de recetas: una vuelta
de tuerca al histórico marketing de la firma, ya que entre los años 50 y 70 los
recetarios Maizena eran de los más famosos. Sin embargo, a pesar de aún tener
pinta de marca del siglo pasado, le espera un gran futuro por delante como
vedette dentro de las recetas libres de gluten. Toda una historia la de esta
peculiar harina, que si bien ha sobrevivido hasta la actualidad gracias a los
alfajores, aún le queda mucho por recorrer escondida en muchos platos…
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
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