No es algo fácil de explicar o de entender el por qué una fiesta cristiana como la pascua haya ido a parar al huevo y al conejo de chocolate. Pero a pesar de no ser religioso o siquiera cristiano, es muy difícil no dejarse tentar por la gran cantidad de huevos que siempre rondan por estas épocas, pasando desde los más deseados, como los Ferrero Rocher o los Kinder, y por los que más lástima dan, ésos que tienen más papel que huevo y terminan sufriendo un contrapeso que hace que nunca puedan estar de pie. Y en el medio de todo eso podemos encontrarnos con huevos como los de Bon o Bon, con tamaño razonable y con algún que otro premiecito de confites o mini-huevitos. Y en ese gran medio tenemos muchos más, como los Milka, los Tofi, los Fel Fort, los Bariloche, los Rocklets, los Hello Kitty, los caseros. Así que disfruten del que les haya tocado porque al fin y al cabo, lo que importa es la intención. Y si el que te dieron no te gusta, hubieras ahorrado vos para comprártelo y listo. No rompas en un día que es lo que más hacen todos.
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