Si se preguntaron alguna vez si era posible medir de alguna forma cómo identificar el buen gusto de una persona, sepan que en 1975 existió el "test del buen gusto": un aviso que mediante la observación de 2 dibujos permitía poner a prueba la capacidad de diferenciar aquello estéticamente agradable. Pero no sólo servía para saberlo y nada más: si se sentía capaz de identificar las diferencias correctas se podía mandar un cupón al Instituto de Belleza Moderna de Buenos Aires para hacerse acreedor (o principalmente acreedora) del curso de Belleza integral (peluquería? cosometología?) en el propio Hogar.
¿Acaso quien no hiciera el jueguito de las diferencias también podía hacer el curso sin ningún problema? Seguramente sí, pero la publicidad de hace medio siglo lo deja en la duda del lector...
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