El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Oliva, el gusto es mío (1956)


Pueden cambiar las épocas pero hay ciertas cosas que siguen siendo sinónimo de buen gusto y distinción: el aceite de oliva en este aviso de 1956 lo era y aún lo ha mantenido, aunque marcas como las del aviso ya hayan desaparecido. Tal vez hoy Gargantini suene más a una marca de jarabe para la tos que de un aceite puro de oliva, pero así lo fue durante bastante tiempo al punto tal que este aviso de 65 años de antigüedad ya la consideraba una "marca tradicional".
El origen de este nombre se debe simplemente al apellido de su fundador: el suizo Bautista Gerónimo Gargantini, que inicialmente fue fundador de La Colina de Oro (bodega creada en asociación con Juan Giol otro apellido famoso del rubro) para luego crear su propia empresa en Mendoza en 1911. Además del aceite supo existir el vino Gargantini además de las marcas Florinda, Eminencia o Inefable. Es el hijo de Bautista Gerónimo, el llamado Juan Bautista Gargantini, el encargado de seguir manejando la empresa hasta su retirada hasta 1950 cuando cede la administración a sus dos hijos. De dicha etapa queda el hito de 1946 de haber dado nacimiento al champagne Garre (acrónimo de Gargantini Reserva), con la tecnología francesa "champenoise", algo inédito en la Argentina desde entonces.
La bodega se vende en 1981 a una empresa española llamada Rumasa pero en 1986 declara la quiebra. Pesó sobre la empresa española la sospecha de haber comprado la compañía con el mero objetivo de vaciarla y lavar dinero. El sitio no tuvo mayor atractivo ni actividad hasta llegado el año 2017, cuando la municipalidad de Rivadavia, Mendoza, se queda con el terreno de la bodega con el objetivo de hacer un museo...

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