El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

martes, 7 de enero de 2020

Las Invasiones Turcas


Esta semana arrancó en el 13 toda una paradoja espacio-temporal complicada de explicar: es una historia turca basada en relatos tradicionales de Medio Oriente, pero ambientados en un período comprendido entre 2006 y 2009, que a su vez a los latinos no vieron en esa época sino recién en 2014 gracias a la traducción chilena, pero que en el íntimo caso Argentino también es un recuerdo viejo… pero de 2015. Según la región la retransmisión de Las Mil y una Noches nos hace acordar a algún año diferente, pero ya casi nunca algo del presente.
El lustro que ya carga de antigüedad la retransmisión argentina a muchos puede haberle parecido “ayer nomás”, pero más allá del poco o mucho tiempo transcurrido, su llegada dejó un legado difícil de ignorar: gracias a la gran audiencia obtenida por esta lata del 13, no le quedó otra a Telefe que intentar replicar el fenómeno con más y más series de la misma procedencia, inundando todos los horarios posibles con más y más historias turcas, hasta volverlo toda una costumbre.
Todo comenzó cuando Walter Sequeira (periodista, fundador de Volver y encargado del departamento de fílmicos de Canal 13 desde 1990, actualmente jubilado) se enteró de la existencia de la telenovela en un festival en Los Ángeles. A partir de entonces se produjo un largo e inédito proceso de negociaciones y regateos para conseguir los derechos de transmisión en el país: desde mayo noviembre de 2014, para ser precisos. Además, los empresarios turcos querían la totalidad del pago por la serie antes de la emisión, en lugar de un adelanto primero y luego irlo haciendo en cuotas: al final recién en diciembre de ese año y con el habitual lobby de los portales de espectáculo de Clarín, se anuncia la llegada de Las Mil y una Noches al país. Suar se encargó de venderla muy bien en el último programa de Showmatch de ese año, ante un Tinelli un poco molesto por estarle dando tiempo en su programa a algo no referido a él mismo. Llega Enero y el rating de la lata, puesta adrede en el prime time como relleno, explotó de un día para el otro. No sólo un logro del denominado Sequeira sino también un verdadero logro del 13, que con contadas excepciones como Café con Aroma de Mujer, El Clon o Mi Gorda Bella, suele tener pésimas experiencias a la hora de programar latas extranjeras.
Se imaginan que en un canal con amplia cintura latera como Telefe que aparezca ese programa desde un mercado inédito no les causó mucha gracias: inicialmente respondieron con lo que tenían a mano, o sea latas brasileras (tratando de seguir la fiebre de Avenida Brasil, que le pudo dar pelea increíblemente a Tienlli en 2014) pero terminaron desistiendo y también llenaron su pantalla de producciones turcas de todo tipo. De hecho, la cantidad de novelas de ese país emitidas por el canal de las pelotas supera notoriamente a las que el 13 pudo terminar de dar en tiempo y forma. Y no sólo eso: Telefe decidió ir más allá y terminó trayendo hasta novelas coreanas con tal de que Canal 13 no lo primeree nunca más con eso de “traer algo de países raros”. Hasta uno de los  ex integrantes del elenco de Las Mil y una Noches terminó participando en el Bailando por un Sueño, con tal de seguir estirando el éxito todo lo posible.
Pero entre tanta guerra de enlatados, el problema principal sigue vigente como en ese 2015 y sin ánimos de que nadie lo responda: la ficción argentina venía en picada en cuanto a calidad y audiencia, dejando el antecedente de brasileros viniendo a estudiar la ficción nacional como algo muy lejano, viejo, irrepetible. La ficción siguió repitiéndose y dejándose estar mientras que las producciones turcas daban el aspecto de ser más caras, más sofisticadas, más complejas y sobre todo podían tocar temas “retrógrados” para la tv argentina cool y progresista. Así obtenemos a los espectadores conservadores contentos, a los críticos de estilo contentos, a los dueños de los multimedios con ganancias increíbles y al espectador promedio también feliz… porque desconectó el cable y se puso Netflix, cansado de que lo ignoren y le sigan vendiendo más de lo mismo.
Finalizamos este recuerdo con una pequeña mención a Esperanza Mía, la novela musical juvenil convertida en “tira familiar” de Lali Espósito y Mariano Martínez que les tocó compartir pantalla junto a los turcos Onur y Sherazade, opacándolos un poco. De no ser por la lavada de cara positiva que recientemente el Papa Francisco le había dado a la Iglesia… hubiera podido existir en horario central una historia así? Quién sabe. La alegría de los colegios católicos de tener una heroína monja fue indisimulable. Más curioso todavía fue adónde terminó llevando la vida a su protagonista, apoyando posturas políticas que un estereotipo de monja como el que interpretaba Lali no hubiera hecho nunca, llevando a los mismos alentadores de su figura musical a repudiarla donde podían. Y bueno, cosas que pasan…  


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