El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

domingo, 28 de octubre de 2018

Había una vez una cooperativa (1978)


Hace 40 años podía encontrarse en las revistas este aviso que ponía énfasis en la historia de una cooperativa, relatado de una manera especial: ese estilo de hacer una anécdota de una fundación de una empresa es algo que marcas como Mc Donald’s, Coca Cola o Ford han sabido explotar muy bien y que en este caso hace referencia al casi olvidado Hogar Obrero. Tal como relata la publicidad, nacieron en 1905 un 30 de Julio teniendo a fundadores socialistas como Juan B. Justo y un tal Nicolás Repetto (no el conductor!), teniendo el privilegio de ser la primer matrícula emitida en el país para registrar una cooperativa. Su primer objetivo había sido el de intentar buscarle una solución a la situación de varios obreros en búsqueda de su casa propia: en 1907 comienzan a otorgarse los primeros préstamos y la construcción de las primeras casas, llegando a un barrio entero propio en 1911. Esos Dos años sin aparente actividad se debieron a una antigua ley que exigía un pago cuantioso de patente por año, lográndose recién en 1907 suprimir dicho trámite, comenzando recién allí la tarea de obtener la personería jurídica. Por tratarse de un sistema que no tenía precedentes en la Argentina se debieron copiar los formatos de otros países: en este caso el modelo de cooperativa edificada de la ciudad de Dayton en Ohio, EEUU.  
La sección que se inauguró un tiempo más tarde (en 1909) era la denominada “de consumo”, comenzando con un taller de panificación y recién en 1913 el primer almacén con el nombre El Hogar Obrero. El crecimiento sostenido de esta actividad generó que para 1929 fuera necesario que la empresa también elaborara y envasara ciertos productos: en ese año contruyen un galpón para la elaboración y empaquetado de artículos varios: aceite, arroz, pastas, café, conservas, lavandina, detergente, etc. En los años siguientes este tipo de almacenes iban a crecer tanto que se iban a convertir en supermercados, dándole lugar así a lo que luego sería el Supercoop (nombre acuñado en 1972), sus bolsitas que aún se venden por Mercado Libre y sus productos Coop, inconfundibles. Todos unos adelantados para la época, porque si bien comenzaron este tipo de transición entre los años 40 y 50, los supermercados recién se harían populares varias décadas más tarde. Esta rama de la cooperativa es la que se anima a salir de Buenos Aires y llega a 1975 a Rosario y a principios de los 80 a Córdoba tras la compra de los supermercados Bambi de dicha provincia. Ya a estas alturas las marcas manejadas por la cooperativa eran varias: estaba la distribuidora Sapra, la panificadora Crainsa, la planta de conservas Hasindal, la usina láctea Lácteos del Plata y sus productos Piatalac, los embutidos y hamburguesas Huinca Renancó, los cosméticos Rochdale, la yerba mate “HO” y, en medio de los 80, la tarjeta magnética de previsión (TMP): se debía ir a la sucursal que se le otorgó la tarjeta a buscar el resumen de los gastos del mes, y recién luego de haberlos pagado, se renovaba su uso por un mes más. Hasta electrodomésticos aparecían con la insignia Coop…
La expansión de los negocios que se llevaban a cabo por el Hogar Obrero parecían que no tenían techo: a fines de los 80 comenzaron su diversificación de supermercados en shoppings como el Spinetto, una situación de tensión en lo que respectaba a su identidad, ya que sus locales se caracterizaban por un target hacia las capas medias de consumo (la clase media) y de no tener ningún tipo de ostentación ni política anti-popular, como sí se podía ver en el estereotipo del shopping. También se dieron el lujo de entrar por la puerta grande de la tv: por el Canal 9 romayesco supo existir Sume y Lleve, un programa de juegos estilo Kermesse supermercadil conducido por la histriónica pareja Emilio Disi-Dorys del Valle que se grababa dentro de un Supercoop que quedaba en Retiro. Este formato estaba inspirado en el famoso ciclo “El Precio Justo” (muy arraigado en su USA natal) y que sirvió también de molde para el posterior Clink Caja de mediados de los 90, por el mismo canal y con el mismo productor. Pero llegamos finalmente a la peor etapa de la cooperativa y ésta ocurre apenas comenzados los años 90: la hiperinflación alfonsinista y el Plan Bonex menemista fueron golpes letales para la que en ese momento era la sexta empresa más grande del país. La especulación que generó ese plan provocó que de un día para el otro sus ahorristas retiraran desesperadamente su capital creando así una situación de falta de liquidez muy evidente. Ante el clima enrarecido se debió recurrir a un inmenso préstamo por parte del Banco Nación, pero nuevas devaluaciones entre 1990 y 1991 crearon una nueva situación de fuga de capitales y ya no se pudo zafar de la cesación de pagos. El ciclo Sume y Lleve también terminó en ese año, ya manejado por Ana María Campoy y Daniel Castex. Lo mismo pasó con el proyecto de crear un centro cultural y comercial en el ex Mercado del Abasto: la obra se paralizó y nunca pudo ser retomada, al menos con ese diseño. Ni la revistita “La Cooperación Libre” pudo seguir saliendo…
Se da comienzo de esta manera a un largo proceso de concurso de acreedores (el más extenso de la historia argentina) hasta que en 2003 se instaura la intervención de la cooperativa, que finaliza en 2005. Tras sus correspondientes juicios laborales y demás yerbas, el Hogar Obrero logra en 2009 retomar sus actividades de edificar viviendas para sus asociados. En su página web podemos ver algunos de sus proyectos en carpeta: Barrio Cooperativo en Paso del Rey, Edificio Coop Antonio José Cartañá (finalizado en 2015), Proyecto Coop Humberto Primo (CABA) y un anteproyecto aún en etapa de aprobación en Morón, provincia de Buenos Aires. Además, ofrecen una surtida agenda para sus socios: la Biblioteca Obrera Juan B Justo, el Centro Cultural Carlos Sánchez Viamonte, la Academia Nacional de Tango y la Academia Porteña del Lunfardo, ambas en CABA. Lejos, muy lejos de lo que fueron sus mejores épocas pero así y todos con una perseverancia para seguir brindando lo mejor para los asociados a pesar de las dificultades propias del país. Pero eso sí, mejor ni hablar de volver a reflotar los Supercoop porque no es algo que sea factible de ninguna manera, aunque en 2014 se animaron a renovar los registros de todos sus productos marca Coop para que la denominada Cooperativa Obrera los utilice. El que quiera pasar por uno de esos supermercados para mostrarnos los nuevos productos Coop es bienvenido de hacerlo…

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