A esta marca la
hemos nombrado varias veces ya, pero nunca nos hemos detenido mucho en el
desarrollo de su curioso cambio de nombre: hace rato que el shampoo Pantene se
escribe así, con una letra “e” al final, pero durante gran parte de su estadía
en la Argentina (hasta llegado los 90) siempre se dijo Panten, sin necesidad de
agregar letras que no se pronuncian. Lo podemos comprobar en estas publicidades
de 1964 donde observamos dos productos que fueran descatalogados hace rato:
ampollas reforzadoras para lograr que el peinado sesentoso se mantenga perfecto,
y además una loción capilar que contenía el compuesto “Pantyl”. En el primer
aviso ya vamos viendo datos que nos llaman la atención: bien abajo aparece “Pantene”
escrito como en la actualidad, y en el medio del texto se menciona a los
laboratorios F. Hoffman – La Roche oriundos de Suiza como propietarios de la
marca. Efectivamente la firma desarrolló a Pantene y la lanzó al mercado en
1945. El nombre del shampoo proviene del panthenol, un compuesto químico
presente en las primeras formulaciones que no es otra cosa que una denominación
comercial de la vitamina B5. Este laboratorio suizo dedicado al mercado de los medicamentos
y los productos de belleza también fueron los responsables de crear el Redoxon
y el Valium, contemporáneos a los shampúes de los que hoy hablamos. El primer
gran cambio ocurre en 1983, cuando otro laboratorio llamado Richardson – Vicks (como
se imaginarán, los fabricantes del VaporUb) le compra la marca a Roche, el
nombre que aún sigue teniendo esa firma. Apenas dos años más tarde se produce
otro traspaso: en el 85 aparece P&G en el negocio. Hasta ese momento sólo se
dedicaba a la producción de jabones para lavar, pero gracias a comprar esa
empresa se metió de lleno en el mercado de productos para el cuidado personal:
de una sola vez pasaron a ser dueños de Pantene, los productos Vick y las
cremas Olay, que pasaron efímeramente hace unos años en el país. De paso, la
ganaron la pulseada a Unilever, quienes también estuvieron interesados en
comprar la misma empresa. A partir de entonces, Panten se fue volviendo de a
poco una marca mucho más frívola, producto de ya no pertenecer a un laboratorio
que pretendiera venderse como “firma seria”. Un ejemplo bien claro de esto ocurrió
en la primer gran campaña publicitaria que preparó P&G denominada en
Estados Unidos “No me odies por ser linda”, frase que quedó en el imaginario
norteamericano como un símbolo del excesivo narcisismo. No por nada en aquél
mismo momento la campaña despertó críticas por parte de movimientos feministas.
Puede parecer un chiste irónico del destino, pero es real: en 2016 relanzaron
el slogan mundialmente pero cambiándolo por “No me odies por ser fuerte”, para
así adecuarse a los nuevos contextos. Volviendo a nuestra letra perdido, entrados
los años 90 y siguiendo el espíritu de extranjerizar marcas de la época, entre
1992 y 1993 Panten se convirtió en Pantene y se le adicionó el término “ProV”
como uno de los tantos productos de moda de la época. A partir de entonces
Pantene (ahora sí con la e) empieza a aparecer en cuanto desfile de la época se
pudiera ver, y contrata (tanto nacional como internacionalmente) una gran cantidad
de figuras para anunciarse, una costumbre que aún mantiene. Podemos nombrar por
caso a Daniela Urzi, Florencia Raggi, Selena Gomez, Eva Mendes, Courteney Cox,
Gisele Bundchen, Zooey Deschanel, Marcela Kloosterboer, La China Suarez (sólo para
competirle a Nutrisse, que tenía a Pampita), Tini Stoessel, Maju Lozano y
muchas famosas más. Sea en los 60 con Roche o en los 90 con P&G, algo está
presente desde siempre en la personalidad de la marca: ser considerada como un
shampoo caro de calidad, que vale la pena comprarlo si se quiere algo un poco
más Premium a la media. Como si fuera un homenaje retorcido, desde 2006 el logo
que caracteriza a Pantene es un rulo dorado, bastante parecido (con sus
respectivas actualizaciones) al rulo que tenía cuando se llamaba Panten y
utilizaba dicho rulo como la marca registrada para asegurar prestigio y calidad.
Pueden pasar las décadas y los dueños pero el espíritu de esa marca sigue ahí…
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
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