Para estas épocas
los mosquitos empiezan a ser una verdadera molestia para muchos y los productos
insecticidas aumentan significativamente su demanda. Marcas de este tipo de
artículos hay muchas pero increíblemente existe un nombre que ha persistido en
el tiempo y se sigue utilizando como genérico de ellos a pesar de hace
muchísimo no producirse más. El insecticida Flit que era comercializado por
Esso es un verdadero clásico dentro de los productos contra mosquitos y mucha
gente lo sigue nombrando para referirse a cualquier otra marca del mismo
segmento. Sus colores celeste, blanco, negro y rojo son inconfundibles y una lata fechada en 1968
como la que se ve la imagen aún adorna miles de casas, garajes, lavaderos y
patios a lo largo del país. Muchas generaciones seguramente no van a entender
por qué un insecticida era vendido en tachos con una tapa como si fuera un
lubricante para autos o aceite para cocina. Esto se debe a que corresponde a
una tecnología hace rato abandonada en los insecticidas contemporáneos: dicho
líquido era vertido dentro de pulverizadores, unos aparatos con un émbolo
gigante en su parte posterior para lanzar por todos los rincones donde uno lo
creía necesario. Esta mítica marca nació en EEUU en 1923 cuando el químico
Franklin C. Nelson produjo para Standard Oil Company (la Esso) un aceite
mineral que conseguía matar una gran cantidad de insectos fácilmente. Flit en
inglés puede interpretarse como “aleteo, revoloteo”, y paradójicamente era lo
que el producto de Esso no permitía que hicieran más los bichitos a su
alrededor. El primer diseño de este producto era totalmente amarillo y con
letras negras, y contaba con un personaje-mascota al lado del nombre, un
soldado vestido al estilo “Cascanueces”, que en avisos publicitarios aparecía
con el pulverizador en la mano protegiendo a niños que pedían a gritos el
nombre de la marca para salvarse de las picaduras. En la Argentina el Flit se
volvió un éxito en el acto y, al igual que en otros países de Latinoamérica, no
sólo se volvió un sinónimo de insecticida sino que se sumó a la cultura popular
con la famosa frase de “le echaron Flit”, que aún se usa cuando una persona tiene
intenciones amorosas con otra pero es rechazada. Particularmente en la
Argentina, que siempre tiene la manía de cambiar un poco como suenan las
marcas, este insecticida se solía pronunciar sin la T final, la cual casi ni se
escuchaba cuando alguna señora lo pedía en un almacén, por ejemplo. El producto
químico de su fórmula inicialmente contenía piretrinas pero llegó a tener el
nefasto DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) en su contenido. Las consecuencias
tóxicas del DDT no se conocían y una lata como la que vemos en la foto no se
avergonzaba de tenerlo en su fórmula como si nada. Como una manera de
diversificarse y no perder mercado frente a la competencia, Flit dejó de ser un
producto para cualquier insecto y se fijó como objetivo mortal específicamente
las moscas y mosquitos: lo que antes se hacía con un solo producto ahora debía
conseguirse con varios productos a la vez. Vuelven a cambiar los colores de la etiqueta
y se vuelve azul, blanco y rojo. Aún más cambios ocurrirían durante los años
60, cuando se adopta el diseño que vemos en la foto: fondo celeste y un
mosquito y una mosca rodeados por un círculo rojo, como una señal vial. Bajo
este diseño comenzaron a venir también espirales y flamantes aerosoles que ya
no implicaban el uso del pulverizador. Sin embargo, el mercado se siguió
achicando frente al avance de otras marcas más agresivas publicitariamente y
para los años 80 y 90 el Flit mundialmente dejó de existir. En consonancia con
este fenómeno ocurrió lo mismo con gran parte de los productos “para el hogar”
que producían otras petroleras como YPF o Shell. A pesar de hace tanto no
saberse más nada con él, sigue increíblemente vivo en la cabeza de muchos
ex-consumidores y sus hijos y nietos adoptaron el término a pesar de no haber
visto una lata como ésta nunca en su vida. Y aunque los bichitos de Raid sigan
gritando en sus avisos, los de Fuyí sigan vendiendo sus famosas tabletas o los
de Trap sigan sacando publicidades bizarras, ninguno logrará el sitio de
privilegio del Flit, que los sigue mirando a todos desde arriba… en varios
sentidos.
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
martes, 5 de diciembre de 2017
Así que Esso era el Flit… (1968)
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A un lo recuerdo.como si fuera ayer
ResponderEliminarTodavía vi ese producto de venta en las gasolineras eso en el salvador en los años70s buen recuerdo
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