No debe haber un
producto más femenino en un supermercado que los tampones descartables. Un
producto que, a diferencia de las toallitas higiénicas, no tuvo la suerte de
tener un nombre muy agraciado. Debe ser por eso que gran parte de las mujeres
en lugar de decir el avergonzante o un poco chocante nombre “tampón” prefieren
decir la marca más famosa y genérica de ese segmento: Ob. Mucha gente considera
que se trata de una marca brasilera, pero su lugar en el mundo es Alemania, y
de allí se expandió al mundo. Justamente su nombre es una abreviatura alemana
de un término que describe perfectamente su función: Ob significa “onhe binde”,
que en castellano equivaldría a decir “sin servilletas”… parece un nombre un
poco bruzo y explícito pero hay que entender que en Alemania “binde” significa tanto
servilleta como toallita. La falta de aplicador (una especie de émbolo de aguja
para introducirlo) es lo distintivo de esta marca respecto a otros modelos, y
la razón de esto nos retrotrae directamente a sus orígenes germanos en 1947: en
aquél año el ingeniero Carl Hahn y el abogado Heinz Mittag comenzaron a
trabajar la idea de crear un tampón sin aplicador que pudiera venderse en el
país. Esto se debía a que el aparatito aplicador no podía conseguirse en la
Alemania de la pos-guerra, y sólo estaba disponible en las muy caras versiones
importadas de Tampax, la marca líder que venía de Estados Unidos. Tras comenzar
a asesorarse en el tema, apareció la necesidad de incluir a una ginecóloga para
adaptar el proyecto a las consumidoras, y así surgió el nombre de Judith Esser,
la encargada de ponerle el diseño apropiado al nuevo tampón. Esta parte de la
historia es la que Ob más se ha esforzado en recalcar en los instructivos de
sus productos: que no hay que temerle a los tampones ya que los diseñó una
mujer. En la ciudad de Wuppertal en 1950 se desarrolló el primer prototipo de
Ob, en una planta que al día de la fecha sigue existiendo y produciendo lo
mismo de siempre. Al tratarse de una opción más económica que las que venían
con aplicadores Ob se expandió rápidamente por todo el continente europeo y con
el correr de los años se volvió un producto tentador para ser comprado por
multinacionales: es así que en 1974 Johnson & Johnson se queda con Ob,
preparando su arribo a Estados Unidos. Bien a la americana, la marca se
publicitó agresivamente y hasta contando con la presencia de la mismísima
doctora Esser en sus comerciales. Para 1976 la imposición de Ob en Estados
Unidos ya era una realidad, aunque se vieron en la necesidad de crear el modelo
con aplicador que faltaba en el diseño original, producto de la desconfianza
que muchas consumidoras estadounidenses, acostumbradas al diseño de Tampax,
tenían ante la nueva invención alemana. Dos años más tarde a esa fecha
encontramos este aviso argentino, donde al igual que en la actualidad se
refuerza la posibilidad para las mujeres de seguir realizando actividades como
siempre. Nótese que aparece la palabra “tampones” al lado de Ob, como para que
no queden dudas de qué se trata. Con el paso de los años esa palabra se quitó
de los avisos, llegando a la actualidad donde tenemos avisos más enigmáticos
que otra cosa. El negocio siguió siendo un éxito y la marca continuó
expandiéndose alrededor del globo: por tomar un caso, en 1993 Johnson &
Johnson introdujo la marca en China y les fue tan bien que hasta el día de la
fecha tienen el monopolio de tampones en ese país… justamente en ese país donde
puede faltar cualquier cosa menos gente! Tampoco debe olvidarse que para esos mismos años (1991) se realizaría una muy recordada publicidad de Ob con una muy joven y
casi desconocida Natalia Oreiro. La última novedad respecto a esta marca
ocurrió en 2013, cuando Ob cambió de manos y ahora le pertenece a Edgewell
Personal Care. Tal vez el nombre de esta empresa mucho no les suene, pero para
que se den una idea son los dueños de las afeitadoras Shick y Exacta, las toallitas
Carefree y los bronceadores Banana Boat y Hawaiian Tropic. Semejante producto
nunca estuvo exento de polémicas, sobre todo en torno a los productos químicos
que contiene y que podrían en teoría generar infecciones en el cuerpo de la
mujer, pero sus respectivos dueños se han cansado de reiterar que nada de esto
es cierto. En esto también le ganaron a Tampax, ya que esa marca de P&G
recién publicó el contenido de sus productos en 2015. Ese mismo año es también
recordado por una breve escasez en Argentina de tampones y toallitas, que
obviamente involucró también a la marca que tanto hemos nombrado hoy. En el
país existen otras marcas como Kotex o Nosotras, pero definitivamente Ob lleva
la delantera en ventas y fama más que cómodo. Mucho han logrado todas ellas en
su conjunto para que se trate de un producto cada vez menos avergonzante para
la mujer, aunque sigue siendo incómodo de nombrarlo, y Ob recibe de esta forma
un poquito más de publicidad y fijación involuntaria en la cabeza de las
consumidoras…
El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!
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