En los años 50, tomar algo de nombre Águila podía significar algo más que chocolate...
Las Recetazas que proponía Águila para 1995, en un recorte de publicidad encubierta de Selecciones...
Marcas de
chocolate hay muchas, y de chocolate para taza también, pero a pesar de la gran
cantidad de nombres que hay el chocolate Águila sigue siendo el más famoso y su
calidad se ha mantenido lo más que se ha podido. Las generaciones más jóvenes
conocen la marca y le agarran cariño por ser la dueña de la Minitorta, mientras
que los más veteranos saben que después de “Águila” aparecía el término “Saint”.
Justamente nuestra primera imagen es un aviso de 1959 con ese nombre compuesto,
el original y primogénito, junto a la histórica barra de chocolate la cual aún
estaba pintada de otro color que no era el rosado. Detrás de ella aparecen
productos que hace décadas dejaron de existir: café, yerba mate y té Águila
Saint, todas bebidas apropiadas para disfrutar deleitando mientras se escuchaba
el radioteatro de Nene Cascallar, o prepararse para salir a bailar con los
Bailables Águila. Pero increíblemente la historia de esta empresa no arrancó
con el chocolate, como uno supondría, sino con otra bebida: en 1880 Abel Saint
abre una tienda dedicada a la comercialización de granos de café. Recién a la
década de nacida, es que Saint abre una fábrica para empezar a producir su
propia mercancía y allí aparecería nuestro querido amigo derivado del cacao y
compañero de los submarinos. Otro hecho muy importante ocurriría en 1930,
cuando se dedican a la fabricación de los helados Laponia, los creadores del
Patalín (hoy parte de Frigor) y desde aquellos años hasta la década del 80 su
diversificación estuvo dedicada íntegramente a la creación de golosinas para
kiosco: así fueron apareciendo productos recordados como el chocolate Comprimido,
el Patito, el Librito (con cuento incluído), el Cisco, el Express (en
láminas/escamas), el bocadito Colibrí, los chocolatines homónimos o las Medallones
de menta bañadas en chocolate. Fue durante esos años también (específicamente
1982) que Águila rediseña sus envoltorios y planea que su barra de chocolate se
vuelva una aliada para las amas de casa y reposteras: recién en esa época el
paquete pasa de amarillo anaranjado al rosado inconfundible actual, además del
lanzamiento de baños de repostería, chips para decorar tortas y postres y demás
delicias para la cocina. Una renovación de semejante envergadura tenía que
tener una publicidad que debía estar a la altura de las circunstancias, y es
así como quedó para la posteridad aquél aviso televisivo del hombre que quedó
con piel negra de tanto comer chocolate desde que nació, publicidad como mínimo
polémica para la actualidad pero que en su momento causó muchísima gracia. Otro
gran cambio se produce en 1993, cuando Arcor compra la compañía y modifica su
estructura para siempre: algunas de sus golosinas clásicas comienzan a
desaparecer en detrimento de las de Arcor y se borra el nombre Saint. Para 1995
(el mismo año en el que se publicaron las recetas que vemos en la segunda imagen)
se produce una interesante fusión: nacen las galletitas bajo esta marca, que no
serían otras que las Maná y las Saladix, el primer producto salado de Águila.
El nuevo Milenio iba a esperarlos con una creación inesperadamente exitosa. En
2002 nacen las especialidades Águila, una serie de 4 bocaditos bañados en
chocolate: Barquillo, Bizcochuelo, Biscuit y Minitorta. Ésta última se
convertiría en un éxito inusitado
generando su permanencia hasta el día de hoy e incluso una versión
helada en 2006, que aparece en la primera imagen junto a la mini presentación
individual del chocolate, ideal para quienes sólo quieren una taza y corren el
riesgo de devorarse un paquete completo. Para el 135 aniversario, en 2015,
Águila relanzó su histórico envoltorio y realizó una serie de avisos como el publicado,
donde la dedicación a la elaboración de un postre era más importante que la
terminación. Y de esa famosa barra se crearon cientos de ediciones especiales
con fragmentos de historia argentina o hasta sobre turismo, como el creado por
Mario Markik con fragmentos de toda la Argentina. Actualmente además del famoso
alfajor y la barra clásica, se puede conseguir la variedad blanca (envoltorio
amarillo) y la súper amarga con 60% de cacao en paquete negro como el de la
foto, pero también aparece camuflado dentro de otros productos como los Butter
Toffes o los productos Cofler. Eventualmente aparecen los huevos de pascua de la marca, así como la salsa para acompañar helados y las variedades rellenas de mousse, pasas, almendras, etc. Para alguien fanático del chocolate, de los
alfajores o del submarino, es muy difícil no haberse topado con un producto
Águila y con su inconfundible sabor, levemente constante con el paso de las
décadas. Definitivamente, un chocolate alado (como el águila de su frente) que
ha tenido la suerte de trascender las meriendas de generaciones, a pesar de
estar elaborado sin leche. No tendrá la fama de Milka, Nestlé o Cofler, pero se
ha ganado su público y aún tiene mucho camino por recorrer, nadando en alguna
taza argentina…
Productos imperfectos para una marca que se autoproclama perfecta e irresistible (2015)
Frente de chocolates Águila de 2017, tradicional y extra fino.
Porque todos se deben quedar con la curiosidad, aquí aparece lo que se publicó en el dorso de los envoltorios de la imagen anterior.
Pasa inadvertido a simple vista, pero en los envoltorios que cuentan con comentarios de Mario Markik está representada una Argentina completa. Esta foto publicada en la red social de Águila debela el misterio. A mano derecha, un chocolate Cofler-Águila relleno de mousse...
Hola, tenés más información o imágenes sobre los barquillos Águila?
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