El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

sábado, 28 de noviembre de 2015

Devolvé la bolsa!


Entre los productos culinarios que en un futuro seguramente definirán la actual dácada alguien en algún momento va a nombrar los saborizadores en bolsa para horno. Nadie sabe exactamente cuál es el nombre de estos productos, para lo cual se los suele denominar comúnmente como "la bolsita", justamente el elemento que más nos llama la atención. Hace varios años que estas dichosas bolsitas son sugeridas por los publicistas como una genial idea para cocinar pollo, pescado o carne obteniendo un resultado aparentemente bueno e inclusive mejor que la preparación típica. La ventaja radica entonces en que el producto final sería el mismo en ambos casos, pero se genera un gran ahorro de tiempo e ingredientes cocinando en bolsa. Al igual que el desodorante que no abandona o algún producto light que diga que no pierde sabor, la publicidad nuevamente nos miente. Cualquiera que haya probado cualquiera de las comidas antes mencionadas sin ser cocinadas en bolsa se da cuenta que ese tipo de preparación no le llega ni a los talones. Sin importar la marca, siempre se termina obteniendo algo semihervido innecesariamente jugoso impregnado de un fuerte sabor artificial que no deja conforme a nadie. A aquellos que les gusta cocinar con estas bolsas suelen romperlas los últimos minutos que se cocina, es decir que hay que violar el supuesto sistema que nos venen para obtener algo más decente. Primero apareció la bolsita de Maggi (importada de Chile), rápidamente apareció la versión de Knorr (la más popular actualmente) y como una tercera y para muchos desconocida opción aparece también Alicante con su propia bolsita. Sea cual fuere la marca elegida o la variedad de sabor elegida, el resultado es siempre igual de malo. Resulta increíble que tantas compañías hayan elaborado un mismo producto sin lograr en ningún caso algo mejor. Tal vez lo único positivo que tengan estas bolsitas es la practicidad, pero eso no quita que lo que uno se esté cocinando se pueda quemar igual que si no estuviera la bolsa, aunque con el agravante que la bolsa se carboniza y se impregna a la comida. En ese último caso la ventaja de no ensuciar el horno se vuelve contraproducente. A su vez parece ser que una gran cantidad de consumidores sigue prefiriéndolas, así que por el momento tienen una continuidad garantizada. En mi caso personal sigo eligiendo la versión trabajosa tradicional preferiendo a la vez no volver nunca a comer algo hecho con estas bolsas.

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