Una pequeña
retribución a ese usuario que desde que la página existe sistemáticamente nos
escribe una vez por año preguntando lo mismo “Tenés algo de Té Tigre?”
Finalmente pudimos dar con una de las latas de este famoso te oriundo de Ceylan,
producido en 1962 y envasado por Guillermo Johnston y Cía. Esta marca ya era un
producto consolidado a principios del siglo XX cuando se le denominaba Tiger
Tea y se la siguió viendo con relativa frecuencia hasta los años 80, cuando
antes de desaparecer dejó de venir en estas tradicionales latas (típico de las
grandes marcas de té del momento) y empezó a venir en caja de cartón aunque
conservando su poderoso color rojo, sus fileteadas letras amarillas y su feroz
tigre rugiendo a más no poder. Tal vez
muchos no lo sepan, pero el hecho de que antes viniera el té en latas no sólo
era una cuestión estética sino porque por aquél entonces el denominado té en
hebras era la manera más habitual de consumirlo. No existían demasiadas
variedades aparte del tradicional té de té, para lo cual era habitual mezclar
las hebras de varias marcas al mismo tiempo para obtener combinaciones al gusto
del consumidor. Marcas que recurrieron a esta presentación durante la primera
mitad del siglo XX existieron a montones: estaba el Té Sol, el Té Mazawattee,
el Té Bagley, el Té La Morenita, el Té Mandarines y así podemos seguir con los
nombres Royal, Ridgways, La Virginia, Ybarra, El Chana, Horniman’ s, Twinings, Crosse
Blackwell y muchas pero muchas más. El ritual de tomar este tipo de tés (solos
o con leche) tenía unos aliados inseparables: las galletitas y bizcochos que
también venían en lata. Va de la mano recordar este tipo de infusiones e
inmediatamente que de la mano vengan productos como Canale, Mil Visitas,
Express, Visitas, Bay Biscuit, Jacob, Vermouth y muchas más también. Tanto las
latas de te como de galletitas y bizcochos compartían un destino común: era
habitual que luego de ser compradas pasaran a formar parte del inventario
habitual de la casa siendo rellenadas con papeles, tuercas, monedas, botones,
agujas, tabaco, clavos y cuanta cosa pudiera entrar en sus pequeñas
dimensiones. Pero no solamente esas latas fueron capaces de guardar distintas
cosas oxidadas adentro: tal como lo afirma el texto “La lata de Té Tigre” de
Jorge Isaías del año 1977 y recopilado en el libro “Crónica Gringa” (2000) una
latita de este tipo fue capaz de encerrar en su interior los recuerdos y las
vivencias de muchos de los que fueron niños durante esos años. Años en los que
no existía casi nada de lo que puede verse hoy y eran felices igual. Años que
han sido capaces de conservarse a la perfección a pesar que desde afuera dichas
latas hace rato vienen perdiendo el color y el brillo. Una cualidad que saben
compartir, aunque no lo quieran admitir, con aquellos que fueron niños en los
80 y 90 y llegaron a ver aquellas latas con galletitas danesas que siguen dando
vuelta por las casas trayendo (para la tristeza de todos) cualquier cosa menos
galletas adentro. Pasaron los años y el té en hebras se volvió un producto premium
ideal para reuniones de alta categoría, popularmente el té en saquito lo corrió
de la vida diaria. Sin embargo, estas latas de Té seguirán siendo capaces de
almacenar la historia de la Argentina de otros tiempos sin ningún rencor por no
darles ningún tipo de mantenimiento. Cuiden a sus latas! Y no se olviden de
sacar este tema de conversación la próxima vez que merienden con algún pariente
viejo de la familia, a ver qué más interesante les puede evocar una latita así…
Que buena sorpresa! Hablaba con un amigo de las marcas de cuando era chico, tengo 58 y salió el tema que en la zona de San Nicolás de los arroyos el te más vendido era el te Tigre, era casi única marca, muy buen recuerdo. Gracias!!!
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