Hace 55 años si había que elegir una marca de mermeladas de naranja y pomelo (sí, así de específico) la mejor opción resultaba ser la producida por Noel, porque aunque no hablaban de cualidades nutricionales, calorías, conservantes o colorantes, sí aseguraban tener las mejores frutas de estación, el mejor y color y, encima de todo, dejaban a todos los que las probaban contentísimos... qué más querés?
Noel, una empresa de orígenes vascos, realmente tenía con qué a la hora de imponer respeto en el mercado de los dulces porque los venían fabricando desde 1847 cuando su fundador Carlos Noel inauguró la fábrica primogénita de todo llamada El Sol. Se dedicaban a la venta de confituras y dulces de frutas, pero les fue tan bien que al poco tiempo ya podían tener sus propios cultivos para abastecer la producción de sus mermeladas. Tras la muerte de Carlos en 1865 su hijo toma las riendas de la compañía y entre otras decisiones (como la de irse diversificando lentamente hacia los caramelos, panificados, turrones y chocolates) estuvo la de cambiarle el nombre a la empresa y pasar a usar su propio apellido. Primero fueron Benito Noel & Cía y luego simplemente Noel.
Sus años de decadencia comenzaron entre los 80 y 90, cuando se fueron desprendiendo de sus productos y retaceando mercado, vendiendo su línea de helados a Nestlé en 1985 (hoy fabricados por Froneri, propiedad de la suiza) y el resto de sus marcas en 1994 a Arcor, yendo a parar allí sus aún existentes mermeladas, turrones, garrapiñadas y dulces de membrillo y batata y otros productos alimenticios como su cacao, su polenta, su atún y caballa, su puré de tomate y sus jugos en polvo, es decir todos productos donde Arcor también tiene algo de su firma pero en una calidad (supuestamente) superior, dejando a Noel siempre como la marca de segunda...
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