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sábado, 16 de mayo de 2020

Tiempo Nuevo, Diario Viejo (2010)


Hace unas semanas hicimos mención al aún poco conocido canal de noticias CN23 en su décimo aniversario de vida, el cual nunca pudo competir de igual a igual con las ya instaladas señales noticiosas. Dicho canal pertenecía al denominado Grupo Veintitrés de Sergio Szpolski, que ya tenía en su haber a la revista homónima, radios América, Del Plata y Aspen, revista 7 Días y el diario gratuito El Argentino. Luego de haber lanzado CN23 en Abril de 2010 en Mayo iba a llegar otra de las marcas estrella del multimedios: el diario Tiempo Argentino, el cual no tenía ninguna relación con el diario de mismo nombre pero de tinte radical que funcionó entre 1982 y 1986. Si bien se barajaron inicialmente otros nombres como El Diario del Bicentenario o La Opinión, quedó el que ya conocemos. Su director era Roberto Caballero.
Al igual que el resto de los medios del Grupo Veintitrés, su principal línea editorial consistía en ser muy afín al kirchnerismo (quien respondía con importante pauta oficial) mientras al mismo tiempo resultaba bastante crítico de los opositores al gobierno, tratando de plantar también una fuerte guerra contra el Grupo Clarín y sus medios. Justamente Tiempo Argentino se iba a caracterizar por pretender ser la contracara de Clarín: tener una tipografía similar para sus titulares, una disposición similar de imágenes (incluyendo el logo) pero intentando tener la agenda totalmente opuesta a lo que podía verse en el otro diario, llegando inclusive a tener titulares chicaneros muy parecidos.





Con sólo ver un poco de algunas tapas que aquí recopilamos, fácilmente puede distinguirse quiénes eran los amigos o enemigos para el medio: en el primer sector aparecerán los productos de Telefe (competencia directa del Canal 13 de Clarín), Moyano, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Lula da Silva, Obama (antes de matar a Bin Laden), Maradona, El Fútbol para Todos y Horacio Verbitsky, mientras que en la otra vereda además de Clarín estará claramente Mauricio Macri y todos sus funcionarios. De la misma forma se daba más difusión a noticias sobre políticas progresistas (células madre, matrimonio igualitario) mientras que las típicas menciones a hechos de inseguridad ocurrían en barrios de alto poder adquisitivo (como Puerto Madero), eran opacados por justicia por mano propia o bien se desarrollaban en los “países serios del Primer Mundo”. En las siguientes imágenes se repetirá la misma secuencia, donde además se verá el clima festivo al inminente festejo del Bicentenario de algunos días más tarde. Aquél diario que contiene el titular “Temerarias afirmaciones del presidente de la UCR” se refería a aquellas famosas declaraciones de Ernesto Sanz sobre el destino de las Asignaciones Universales, y corresponde al primer ejemplar de Tiempo Argentino. Podrá verse además que no sólo se habían dedicado a copiar el diseño de Clarín: su revista dominical tiene reminiscencias a alguna publicación de La Nación, y la idea de nombrar los columnistas que escriben ese día recuerda mucho a Página 12. Una típica columna de opinión firmada por Eduardo Anguita criticando a “los medios hegemónicos” y apoyando la flamante ley de medios, sus clasificados y su contratapa con la historieta El Eternauta y consejos de Bernardo Stamateas, fueron otros de los aspectos a resaltar. Resalta por todos lados su slogan “Es Tiempo de un nuevo Diario”.





Tal cual ocurría con CN23 Tiempo Argentino era constantemente publicitado en otros medios oficialistas, como los programas de Víctor Hugo Morales o Diego Gvirtz pero a diferencia del canal de noticias el diario consiguió un poco de vuelo propio y retuvo público por su propia cuenta. Tuvo la capacidad de instalar algunos temas en la agenda pública: además de la polémica con Sanz en dicho diario fue donde más espacio le dieron al caso Papel Prensa y la identidad de los hijos adoptivos de Ernestina Noble. De este diario provino la investigación sobre contratos sospechosos firmados entre Fernando Niembro y el Gobierno de la Ciudad, situación por la cual debió bajarse de su candidatura a diputado en 2015. Ahora ya no lo dirán, pero de este mismo diario también salió la investigación que afirmaba que Alberto Fernández era lobista de Repsol y que cobraba un dinero para defenestrar por televisión la idea de estatizar YPF, allá por el 2012. A diferencia del resto de los medios de Szpolski donde se hacía muy evidente lo panfletario, Tiempo Argentino pudo ser capaz de tener un poco más de relevancia por su cuenta.
Al igual que el resto de los medios del Grupo 23, a fines de 2015 su situación económica colapsa de un día para el otro, los sueldos no se pagan y luego de un lustro completo el destino del diario es una total incertidumbre. Algo muy llamativo sobre todo teniendo en cuenta que, según una investigación realizada por Laura Rosenberg, fueron el multimedios más beneficiado por la pauta oficial entre 2009 y 2015. Para colmo de males, empezaron a hacerse públicos los roces entre Szpolski y su socio Matías Garfúnkel donde afloró hasta el fracaso de la candidatura del primero de ellos en Tigre. Luego de un convulsionado verano lleno de protestas y manifestaciones por el dinero adeudado, un festival para recaudar fondos y hasta un extraño y turbio nuevo dueño llamado Mariano Martínez Rojas (detenido años después por asociación ilícita y lavado de activos), en Abril de 2016 se decide conformar una cooperativa que se llamaría “Por Más Tiempo” generando que desde entonces su slogan pasara a ser “Dueños de nuestras palabras”. Además del dinero que recibían como donaciones en una cuenta que se abrió, habían tenido una buena experiencia editando un número especial por el aniversario 40 del último Golpe de Estado. A partir de allí el diario sale en papel los días domingos y el resto de la semana actualiza información desde su sitio web. Del año 2019 son las últimas fotos: una sección de doble hoja que incluye contenido de Revista Barcelona seguido de promociones veraniegas si te hacías “socio” de la cooperativa.



Así concluye hasta ahora la historia del “nuevo” Tiempo Argentino, que arrancó muy apuntalado comercialmente y arraigado al “sentimiento nacional y popular del Bicentenario” y con el cambio de gobierno logró sobrevivir a su manera (equivocado o no) trascendiendo un multimedios extinto con dueños fraudulentos. A años luz de ventas de los diarios tradicionales, pero aparentemente con una identidad propia y una relación con sus lectores muy fraternal...

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