Sería interesante
conocer alguna vez a las personas que tienen la ardua tarea en las empresas de
estar pensando todo el día algún producto nuevo, algo que le vuele la cabeza al
consumidor y lo logre conquistar: valdría la pena saber cómo es que se le
ocurren ideas que a simple vista no parecen demasiado convocantes… cómo logran
que semejantes cosas logren ser aprobadas? Aunque en el caso argentino es más
habitual que gran parte de las ideas que van apareciendo son en realidad reversiones
de otras que se ven en lejanos países (europeos sobre todo) que los
consumidores de pie que apenas registran lo que hay en un almacén ni sueñan,
aunque cualquiera metiéndose un poco en Google las puede encontrar. Cuando vi
este producto, pensaba justamente cómo habrá hecho el que lo desarrolló para
poder llevarlo adelante. Exquisita, la marca de premezclas (bizcochuelos,
helados, postres, gelatinas) de Molinos sacó al mercado un producto que hace 50
años se podría haber considerado el alimento del futuro, y que hoy tiene su
costado bizarro: una mezcla en polvo que se prepara en microondas para obtener
bizcochuelo en taza. Así es: en lugar de desayunar con un café o un té podés
comerte un bizcochuelo hecho en el acto, un producto que en otros países se
comercializa bajo el nombre de “Mug Cake”. Da la sensación que es una de esas
ideas prácticas que se sugerían en los años 50 y 60 en los avisos
publicitarios, como el recordado caso del relleno para empanadas en lata. Pero
no es nada retro sino un lanzamiento de 2018 y se decidió probarlo: el
resultado tuco su pata buena y su parte irregular. Efectivamente, siguiendo las
instrucciones de añadir leche, revolver y meter a microondas a 900 w se obtuvo
a primera vista un bizcochuelo muy lindo como en el paquetito y con un aroma
chocolatoso provocador: sin embargo en cuanto se quiso hundir la cuchara ante
la rara sospecha de que por debajo seguía todo igual de líquido, empezó a
brotar el producto “crudo” para arriba, como está empezando a notar la foto. Tras
haber comido la parte que sí salió bien fue en vano seguir intentando calentar
lo que quedaba: sólo aumentaba de temperatura y generaba algunos grumos de
chocolate, pero sin chances de volverse torta en taza. Igualmente es más
probable que eso se haya producido por mis malos cálculos con la leche que por
defectos en la producción, pero quedan advertidos. Ahora bien, respecto a su
sabor es más que aceptable: a pesar del nada alentador término “bizcochuelo
SABOR chocolate” (su única variedad), la imitación está bien lograda y es excesivamente
esponjoso, un detalle personalmente muy tentador. No es la misma consistencia
que el bizcochuelo tradicional: lo considero bastante mejor. Además, aquella
nata que se formó en las sucesivas calentadas seguían siendo igual de ricas: por
primera vez esos grumos eran más ricos que el líquido en sí, que no tenía un
sabor muy diferente a un chocolate caliente. No es por mala fe, pero
presentimos que no es un artículo para que dure mucho en el mercado. Tiene más
pinta de quedar como recuerdo loco para un futuro, pero no mucho más. Se lo
puede publicitar con varias ventajas: es más barato que comprarse una torta
entera, ayuda a calmar la ansiedad del que puede ser capaz de comerse una torta
completa si la tiene a su vista, satisface el “antojito” de comer una cosa así
a la pasada, brinda una porción justa para saciar que impide el atracón, etc. En
fin, una idea loca sacada de un pasado sesentoso que planea darle pelea a las
miles de recetas de bizcochuelo en taza para microondas caseras del internet. Y
de paso reconozco que hay que ahondar en la historia de esta marca para más
adelante…
Tambien viene de vainilla y chips de chocolate.
ResponderEliminarEs verdad anónimo! Pasa que cuando se hizo esta publicación aún no había encontrado esos sabores en las góndolas...
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