Si hablamos de gaseosas importantes que existen a lo largo del globo alguna vez teníamos que hablar de la peruana Inca Kola. Nacida en 1935 de la mano de un inmigrante inglés llamado Joseph Lindley que había creado una embotelladora en 1910. Tras varios productos previos llegó esta gaseosa con "el color del sol y del oro inca del Perú", un color amarillo bien chocante para el consumidor foráneo pero que para el mismo país es un tesoro nacional muy bien arraigado en la cultura.
Si se investiga su historia tarde o temprano llegarán a su época más conocida y polémica: la que a los portales y blogueros les gusta titular como "la rendición de Coca Cola", la bebida estadounidense que había llegado al Perú apenas un año después del nacimiento de IK y que a diferencia del resto del continente le estaba costando liderar el mercado, quedando siempre segunda. La historia que busca despertar el latinoamericanismo dice que en 1999 Coca Cola se vio en la obligación de comprar la marca debido a que no le encontró la vuelta a vencerla: en ese acuerdo Lindley era el distribuidor exclusivo de la gaseosa de Atlanta en Perú mientras que Coca Cola podía explotar a Inca Kola internacionalmente. Al final habría sido un negocio redondo porque Inca Kola nunca pudo ser un producto exitoso por fuera de los límites del Perú, y el principal limitante (intentar cambiarle el color para evitar que pareciera orina) era de lo más resistido y se hubiera considerado un acto criminal con este producto tan querido. A la historia hay que agregar que durante los años noventa el posicionamiento de Coca Cola había mejorado mucho gracias a empezar a venderse a mansalva en las casas de comida rápida y que a fines de dicha década Lindley atravesaba un a delicada situación económica con numerosos períodos con francas pérdidas tras grandes inversiones para frenar a su competidora. Luego de tres años de acercamientos, en 1999 Coca Cola se queda con el 50% de un negocio que incluye la primera y la segunda gaseosa más vendidas del país. ¿Eso será "haberse rendido" ante Inca Kola? En una versión Coca Cola pide la escupidera porque no puede competir más y quiere negociar mientras que en la otra es Coca Cola la que recibe a un competidor semi fundido y pide ayuda externa para no desaparecer...
Como dijimos, fuera del Perú y salvo ciertas zonas de Chile, USA y Ecuador, Inca Kola es bastante desconocida y se consigue en sectores muy limitados donde justamente conviven comunidades peruanas. Dimos con uno de esos lugares en la ciudad de Córdoba y tras haber meditado seriamente el adquirirla (costaba cuatro cifras!) accedimos y no nos arrepentimos para nada: tal cual figura en cualquier sitio, es bien nítido su sabor a lo que podría ser una especia de chicle tutti frutti. Para muchos dicho sabor (supuestamente basado en hierba luisa y toronjil) es un limitante muy fuerte a seguirla consumiendo pero por lo menos en mi caso me pareció muy agradable y refrescante. Está dando vueltas esa esencia que se percibe cada vez que se prueba una gaseosa de manzana o de jenjibre, pero el olor y gusto a tutti frutti la puede describir a la perfección. Como dato adicional aunque no se la haya probado nunca antes es evidente que se está cambiando la fórmula ya que aparece levemente el famoso dejo a metálico producto de los nuevos endulzantes que se implementan en este tipo de bebidas. Nos lo corrobora la misa etiqueta, que puede lucir al mismo tiempo el logo de Coca Cola Perú y como firma fabricante a Corporación Lindley aunque en la práctica ya no hay accionistas de dicha familia británica: desde 2015 progresivamente ese porcentaje latino fue adquirido por una empresa mexicana llamada Arca Internacional, que se caracteriza principalmente por ser... embotelladora de Coca Cola!
Otro mito reside en la fórmula en sí misma de la también llamada Golden Kola: sería super secreta, al igual que su prima yanqui. Sin embargo, imitaciones de calidad más que aceptable han surgido en todo el mundo para seguir combatiendo el desarraigo peruano en otros lares. La Argentina no podía ser la excepción y desde la Ciudad de Buenos Aires nace Máncora, una gaseosa que cuesta menos de un cuarto de lo que vale la original importada y sin embargo su sabor no tiene grandes diferencias: apenas si se la percibe como un poco más aguada a lo que es la Inca Kola original, pero se puede tolerar. No tendrá una botella sofisticada (se vende en envases lisos y básicos estilo Naran Pol) pero es un excelente reemplazo. Distinto es si nos ponemos ha hablar de la Máncora roja: la gaseosa que pretende emular al sabor de los frutos rojos es más compleja. Puede llegar a tener un leve sabor a granadina pero su esencia principal la podríamos resumir como el que tiene el caramelo de cherry Alka, lógicamente sin lo mentolado. Hay más imitaciones por el mundo como una llamada La Chola de Oro pero por el momento sólo pudimos probar las mencionadas. Faltaba otra cosa muy importante: todas se lucen mejor si acompañan la típica comida peruana.
Y hasta acá llegamos por ahora con la interesante historia de la gaseosa más importante del Perú: la que llegó a eliminar a la competencia local (por ejemplo a su rival más famosa llamada Pasteurina), en 2009 sacó junto a Nestlé su propio helado, junto a Coca Cola en 2014 pretendió hacer una versión gasificada de chicha morada llamada La Moradita que resultó un fracaso (aunque la pegaron con uno de sus jugos estilo Cepita con el mismo sabor) y se ha ido expandiendo a otro terrenos como la versión Zero o la más reciente, la de 2021, en formato energizante.
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