El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

lunes, 9 de marzo de 2020

Verdaderas gargantas de lata

Una profunda novedad marketinera ha sacudido el mundo vitivinícola en los últimos meses: luego de muchos debates y dudas, finalmente a fines del año pasado se había aprobado la llegada del vino en lata al país. Algo tan naturalizado en la cerveza (que crece año a año su consumo, a diferencia del vino) o la gaseosa ahora también parece perteneciente al planeta de los viñedos, por lo menos como curiosidad de temporada. Mientras tanto, en Europa y Estados Unidos experimenta un crecimiento sostenido.
Como tantos titulares espectaculares, desmenuzando un poco la cosa nos vamos enterando de algo más verídico: no es la primera-primera vez que se lanza un producto así, sino que en 2005 ya había existido en la Argentina el Iron Wine, una marca desarrollada por el empresario Jaime Travers y que tuvo un éxito relativo (sobre todo en el exterior) hasta que la crisis internacional del período 2008-2009 le provocó la caída de sus principales compradores y desapareció. Otra marca nacional siguió esa tradición: el tinto Bodini de Casarena. Tampoco es la primera creación de la región, ya que desde hace un tiempo se consigue el Santa Rita en Chile y el Vivant en Brasil. Además, no se permite cualquier lata sino específicamente las de acero inoxidable.
En las fotos aparecen algunas de las opciones que pudimos probar en este tiempo, tratando de abarcar la mayoría posible de bodegas que están incursionando en eta propuesta: El Grupo Peñaflor enlató a su marca coqueta Dadá, le sigue el vino Santa Julia Dulce Natural de Bodega Familia Zuccardi, la cual ya se exporta a USA desde hace 2 años. La Estancia Mendoza (Fecovita) es la encargada de lanzar los Dilema blanco y rosado, dulces. Luego aparece toda una rareza una lata de Michel Torino que desde el gigantesco nombre “Rojo + Soda” pareciera ser la combinación enlatada clásica del vino tinto con soda: una locura equivalente al fernet con coca directamente envasado en lata marca 1882. Sin embargo, en su mismo envase se autocataloga como “cóctel” y en la realidad está disponible desde 2018. Finalmente veremos el Frizzé Evolution Blue, proveniente también de Peñaflor. Faltan marcas? Sí, y hasta ahora no hubo forma de rastrearlas: el Blasfemia de Quilmes, el New Age de Bodegas Bianchi y muy atrás en la carrera, la única bodega sanjuanina: Finca Las Moras, con una marca a confirmar.  
¿Cuáles serían las ventajas de este invento? La practicidad de la cantidad justa de producto como estrategia ideal para ganar más adeptos, además de bridarle una imagen de modernidad a un producto que parece para gente mayor, sumando consumidores jóvenes. Es por ello que casi la totalidad de propuestas está dirigida a vinos espumantes y bien dulces. Tal vez para que la transición no sea traumática y el sabor se asemeje a productos ya instalados como las gaseosas pero también otras bebidas alcohólicas “que pasan como agua” como Dr Lemon o Gancia.
Los resultados de la cata fueron dispares: productos que tienen tantos aditivos que se alejan de lo que uno en la cabeza tiene fijado que es el estereotipo de vino. Cosas muy suaves, muy ligeras, muy “aguadas”, vinos jóvenes de estacionamiento que justamente están pensados para jóvenes. En el caso de Dilema y Frizzé son iguales a las versiones embotelladas.
Realmente difícil que los fanáticos de la cerveza artesanal quieran probar estas nuevas versiones que cuentan con la desventaja de no tener todavía un sitio específico para buscarlos: son rarezas en las vinotecas, almacenes y kioscos, apenas si se asoman en los supermercados.
Aún es difícil augurarles un futuro promisorio pero su tamaño reducido ayuda a que los curiosos se animen a probar algo tan diferente cuando en realidad lo que importa debería ser lo de adentro y no cómo viene… como decía el Whisky 30 pelusas!

Dadá 7, el más dulce de todos y con el gás más picante. Difícil de terminar.

Probablemente el Santa Julia sea el más correcto entre dulzor y gas. Una opción muy aceptada en el público no amante del vino.

Dilema blanco, algo más suave que el Santa Julia. Similar a la presentación botella.

Dilema rosado, aceptable como el Santa Julia. No se pudo encontrar en botella.

Este extraño brebaje llamado "cóctel gasificado" no tiene gusto definido y parece medio aguado.

Muy rico el Frizzé Blue, casi una gaseosa, pero sin diferencias al ya existente en botella.

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