Aire, sal y fuego son los ingredientes principales con los
que Pepsico ha conseguido lanzar al mercado argentino una serie de productos de
pretende dar que hablar, sobre todo por la cualidad de cumplir bastante bien
una de las características enunciadas en sus empaques. Además, la flamante
línea de productos picantes llamados Flaming Hot tiene otra característica
distintiva: hacía mucho (por no decir nunca) que un sabor atravesaba varios
productos del catálogo al mismo tiempo, inclusive artículos que nunca suelen
reconocer públicamente que vienen de la misma fábrica madre.
Esta línea consiste en 3 productos: las papas Lays, los
nachos Doritos y el maní Maniax de Pehuamar. En Febrero pasado habíamos
comentado la llegada del maní japonés de esta marca marplatense , lanzando el
sabor clásico y jamón. Por esas cosas de la vida en menos de un año ese tipo de
maníes se renovó y pasó a denominarse Maniax, estrenando el sabor picante que
estamos comentando. Por su parte Lays y Doritos no necesitan mucha
presentación.
Como hemos estado adelantando, los 3 productos tienen un
sabor en común: se trata de un sabor picante bien fuerte, y eso en sí es una
novedad. Infinidad de veces Pepsico lanzó productos que se las daban de
picantes y no cusaban ni la más mínima cosquilla. Un caso extremo fueron los
Doritos Ruleta de 2015, el que prometía tener uno extremadamente picante entre
los tradicionales: fue bastante frustrante comprar dos de estas unidades en
diferentes circunstancias y que no trajera ni uno picante.
Por orden de picor, nos ha parecido que los peores han sido
los maníes, con su habilidad de juntar saborizante en su corteza crocante como
ninguno. En segundo lugar aparecen las papas, y al último, como opción menos
agresiva, los Doritos. Los tres comparten la misma cualidad: el sabor
característico Flaming Hot (o “llamarada picante” según los propios paquetes)
que cumple lo prometido de ser una combinación de ají y limón, muy bien
distinguidos en la cata. Inmediatamente se empieza a sentir la “molestia”, el
prurito, el ardor de su gusto picante y el roce de la lengua con más snacks que
se lleven a la boca sólo empeora las cosas. Con la correspondiente escala antes
mencionada, en todas sus versiones llegamos a los mismo: un particular
aturdimiento de la lengua, que no se va al primer sorbo con agua. De hecho, la
mejor forma de comerlos es haciendo gárgaras con agua fresca para arrancar el
saborizante de la boca. A lo mejor es sugestión, pero un dolorcito post ingesta
como si se nos hubiera llenado de ampollas queda en la lengua.
Sigo teniendo bien presente cuando, en 2011 probé con amigos
las Pringles Xtreme, que venían en 3 sabores escalonados de picor: el tercero,
el más fuerte, nos terminó haciendo llorar y enrojecer la cara. Con los Flaming
Hot, no se llegó a tanto pero estuvieron cerca de lograrlo.
El resultado, entonces, es el esperado para los amantes de
los productos picantes: por fin Pepsico saca algo que realmente puede generar
desagrado en paladares finos, y por esa razón no le damos demasiado tiempo de
vida en el mercado. A provechen de degustarlas antes que alguien ofendido
quiera prohibirlas…
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