Desde
que hace unos meses habíamos subido esa publicidad de 2003 en donde por pocos
pesos estaba de outlet tanto un CD de Bandana como uno de Mambrú, nos ha
quedado pendiente hacer una pequeña revisión de la historia de Tower Records,
la empresa que estaba anunciando en ese momento la oferta y que con el paso del
tiempo también quedó en el outlet de marcas de tiendas físicas como
Blockbuster…
Esta gran empresa nació en 1960 en Sacramento, California,
de la mano de Russel Solomon, fallecido en Marzo de 2018. En sus principios
funcionaba como “drugstore” siendo los vinilos de la época apenas un producto
más de los que vendían, aunque era evidente que el negocio iba por allí así que
para el 61 el local volcaba hacia la temática musical drásticamente y de manera
muy acertada. A los pocos años ya se estaba gestando la expansión hacia otras
ciudades aledañas, como San Francisco o New York.
La década del 70 completa contempla su época de oro, con dos
factores característicos: una agresiva expansión por todo el globo (México, UK,
Hong Kong, Canadá, Tailandia, Taiwan, Corea del Sur y su mítica llegada al
Japón en el 79, quienes se escindirían de la casa central para 2002) junto a
buenas medidas de marketing para atraer clientes, como no exigir un uniforme ni
peinado en particular a sus empleados, generando que éstos se parecieran a los
eventuales consumidores. A este hay que sumarle un completo catálogo que
incluía una gran cantidad de discos que estaban relegados a circuitos pequeños
de circulación, sin importar el género en boga. Un dato para el infarto de los
Mc Donald: se permitía que cada filial tuviera características particulares en
su catálogo, acorde a los gustos de la zona, fomentando un nicho interesante de
clientes que a su vez cuando viajaban tenían la obligación de visitar los Tower
de otros sitios para ver cosas distintas… estando abiertos hasta la madrugada!
La primer crisis a la que se debieron enfrentar fue la
llegada de la música disco (que disponía de otros consumidores, no tan
fanáticos de las disquerías) y el desafío de ese nuevo formato que se le decía
Compact Disc o simplemente CD. Se pudo costear la complicada década del 80
ofreciendo aún más productos (como libros, revistas, películas, instrumentos o videojuegos)
y hasta sacando una revista mensual muy completa inicialmente gratuita llamada
Pulse. Los vinilos siguieron llegando, pero al ser un aparente formato en retirada,
pasaban a ocupar las estanterías de pisos superiores, más lejanos a las “zonas
calientes” cercanas a la calle. Semejante fiebre del consumismo parecía no
tener fin y no resultaba para nada descabellado seguir ampliándose hacia otros
mercados, incluido el Latinamericano. Ya ahí es donde finalmente aparece la
Argentina, tratando de no relacionarlo con un pájaro de mal agüero.
La versión oficial dice que Tower Record llegó al país
oficialmente en 1997, pero en nuestros extravagantes archivos apareció la
primera imagen: una publicidad de 1986 donde se ofrecen VHS de conciertos de
pavada de artistas como Genesis, John Lennon, Iron Maiden, Duran Duran, Frank
Zappa, Queen o Dire Straits. De yapa, se ofrecían videos de los recientes
fenómenos We are the World y Live Aid, ambos con algo de “material extra”.
Puede hacer reír a los melómanos que los títulos de los temas estén en
castellano, pero de seguro que si tuviesen 70 australes en el bolsillo no
dudarían en comprar uno de estos videos y recibirlo por correo… sobre todo
porque el precio incluye gastos de envío! Tal vez eso resulte más sencillo que
concurrir hasta la sede o llamar por un anticuado teléfono a disco… No estamos
del todo seguros si esta publicidad corresponde a un legítimo Tower Records o
de un local que se apropió del nombre sabiendo la fama mundial, pero no deja de
ser una imagen anecdótica muy particular.
Decíamos que Tower llega al país en el 97, asociándose con el
empresario Eduardo Constantini para poner un pie primero en Buenos Aires y más
tarde pensar la apertura de locales en Rosario, Mar del Plata, Mendoza, Tucumán
y Córdoba. Se pensaba una expansión en grande y a largo plazo, buscando de a
poco hacerse su lugar por encima del instalado Musimundo. La idea inicial era
que al cabo de 10/20 años Tower Records estuviera bien instalada como marca en
todo el país además de Brasil y Chile, pero el destino fue bien diferente a
nivel local e internacional: el desmesurado crecimiento durante los 90 de la
empresa empezaba a generar costes demasiado grandes, y tras el progresivo
crecimiento de los formatos no físicos con el bendito MP3 a la cabeza, ya no
valía tanto la pena tener un disco o siquiera salir de la casa. No sirvió de
mucho la inclusión de estos reproductores en las tiendas u ofrecer terminales
donde se podía escuchar la música en el mismo local, o hasta tarjetas con
membresías: la suerte estaba echada y para el período 2004-2006 Tower Records
entra en bancarrota. Nunca viene mal para estas multinacionales echarle la
culpa a la piratería, así que en esa época también lo hicieron. Justamente se
habían salvado de semejante debacle los locales japoneses que siguen en pie
como si nada, siendo los líderes de la región.
La escisión de Tower Japón había ocurrido en 2002, el mismo
año del segundo aviso publicado: un aviso de La Cuponera de Clarín que incluye
un 15% de descuento en Tower Records. Es que más allá del contexto
internacional, la situación argentina no ayudó mucho: la crisis de 2001 frenó
los planes de expansión de la empresa, y se fue retirando lentamente del país,
dispuestos a no invertir un peso más “a lo grande” como quisieron en un
principio. En consecuencia un fondo de inversión nacional llamado Condor Ventures
se hizo cargo de la marca (al igual que de Gap y Banana Repulic) pero no
lograron generar un gran cambio a la situación inevitable: en 2003 cedieron todo
a Fenix Entertainment, para cuando se estaba pidiendo concurso preventivo… y
planificando vender electrodomésticos en los locales! Puede sonar alocado, pero
Musimundo lo comenzó a hacer en 2011 tras ser comprados por Megatone sin que
generara mucha sorpresa…
El caso Tower no generó mucho revuelo los años siguientes hasta
la aparición de un documental en 2015 llamado “All things must pass”, que
trascendió en 2018 con más fuerza tras su estreno en Netflix. Si en estas
épocas hay una reactivación de la industria musical gracias a Spotify o Apple
Music, Tower Records (al mejor estilo Blockbuster) se negó a seguir avanzando
hacia ese lado. Llegó tarde a la etapa digital, y el mismo mercado se los terminó
deglutiendo, dejando en tono sepia las épocas en que paseaban por sus pasillos
artistas como Elton John, Eric Clapton, Jimmy Page o Dave Grohl quien fuera
además empleado justamente porque sí le permitían trabajar con el pelo largo…
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