El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

jueves, 4 de julio de 2019

Y la música siguió sonando, y la vida también (1986)


Desde que hace unos meses habíamos subido esa publicidad de 2003 en donde por pocos pesos estaba de outlet tanto un CD de Bandana como uno de Mambrú, nos ha quedado pendiente hacer una pequeña revisión de la historia de Tower Records, la empresa que estaba anunciando en ese momento la oferta y que con el paso del tiempo también quedó en el outlet de marcas de tiendas físicas como Blockbuster…
Esta gran empresa nació en 1960 en Sacramento, California, de la mano de Russel Solomon, fallecido en Marzo de 2018. En sus principios funcionaba como “drugstore” siendo los vinilos de la época apenas un producto más de los que vendían, aunque era evidente que el negocio iba por allí así que para el 61 el local volcaba hacia la temática musical drásticamente y de manera muy acertada. A los pocos años ya se estaba gestando la expansión hacia otras ciudades aledañas, como San Francisco o New York.
La década del 70 completa contempla su época de oro, con dos factores característicos: una agresiva expansión por todo el globo (México, UK, Hong Kong, Canadá, Tailandia, Taiwan, Corea del Sur y su mítica llegada al Japón en el 79, quienes se escindirían de la casa central para 2002) junto a buenas medidas de marketing para atraer clientes, como no exigir un uniforme ni peinado en particular a sus empleados, generando que éstos se parecieran a los eventuales consumidores. A este hay que sumarle un completo catálogo que incluía una gran cantidad de discos que estaban relegados a circuitos pequeños de circulación, sin importar el género en boga. Un dato para el infarto de los Mc Donald: se permitía que cada filial tuviera características particulares en su catálogo, acorde a los gustos de la zona, fomentando un nicho interesante de clientes que a su vez cuando viajaban tenían la obligación de visitar los Tower de otros sitios para ver cosas distintas… estando abiertos hasta la madrugada!
La primer crisis a la que se debieron enfrentar fue la llegada de la música disco (que disponía de otros consumidores, no tan fanáticos de las disquerías) y el desafío de ese nuevo formato que se le decía Compact Disc o simplemente CD. Se pudo costear la complicada década del 80 ofreciendo aún más productos (como libros, revistas, películas, instrumentos o videojuegos) y hasta sacando una revista mensual muy completa inicialmente gratuita llamada Pulse. Los vinilos siguieron llegando, pero  al ser un aparente formato en retirada, pasaban a ocupar las estanterías de pisos superiores, más lejanos a las “zonas calientes” cercanas a la calle. Semejante fiebre del consumismo parecía no tener fin y no resultaba para nada descabellado seguir ampliándose hacia otros mercados, incluido el Latinamericano. Ya ahí es donde finalmente aparece la Argentina, tratando de no relacionarlo con un pájaro de mal agüero.
La versión oficial dice que Tower Record llegó al país oficialmente en 1997, pero en nuestros extravagantes archivos apareció la primera imagen: una publicidad de 1986 donde se ofrecen VHS de conciertos de pavada de artistas como Genesis, John Lennon, Iron Maiden, Duran Duran, Frank Zappa, Queen o Dire Straits. De yapa, se ofrecían videos de los recientes fenómenos We are the World y Live Aid, ambos con algo de “material extra”. Puede hacer reír a los melómanos que los títulos de los temas estén en castellano, pero de seguro que si tuviesen 70 australes en el bolsillo no dudarían en comprar uno de estos videos y recibirlo por correo… sobre todo porque el precio incluye gastos de envío! Tal vez eso resulte más sencillo que concurrir hasta la sede o llamar por un anticuado teléfono a disco… No estamos del todo seguros si esta publicidad corresponde a un legítimo Tower Records o de un local que se apropió del nombre sabiendo la fama mundial, pero no deja de ser una imagen anecdótica muy particular.
Decíamos que Tower llega al país en el 97, asociándose con el empresario Eduardo Constantini para poner un pie primero en Buenos Aires y más tarde pensar la apertura de locales en Rosario, Mar del Plata, Mendoza, Tucumán y Córdoba. Se pensaba una expansión en grande y a largo plazo, buscando de a poco hacerse su lugar por encima del instalado Musimundo. La idea inicial era que al cabo de 10/20 años Tower Records estuviera bien instalada como marca en todo el país además de Brasil y Chile, pero el destino fue bien diferente a nivel local e internacional: el desmesurado crecimiento durante los 90 de la empresa empezaba a generar costes demasiado grandes, y tras el progresivo crecimiento de los formatos no físicos con el bendito MP3 a la cabeza, ya no valía tanto la pena tener un disco o siquiera salir de la casa. No sirvió de mucho la inclusión de estos reproductores en las tiendas u ofrecer terminales donde se podía escuchar la música en el mismo local, o hasta tarjetas con membresías: la suerte estaba echada y para el período 2004-2006 Tower Records entra en bancarrota. Nunca viene mal para estas multinacionales echarle la culpa a la piratería, así que en esa época también lo hicieron. Justamente se habían salvado de semejante debacle los locales japoneses que siguen en pie como si nada, siendo los líderes de la región.


La escisión de Tower Japón había ocurrido en 2002, el mismo año del segundo aviso publicado: un aviso de La Cuponera de Clarín que incluye un 15% de descuento en Tower Records. Es que más allá del contexto internacional, la situación argentina no ayudó mucho: la crisis de 2001 frenó los planes de expansión de la empresa, y se fue retirando lentamente del país, dispuestos a no invertir un peso más “a lo grande” como quisieron en un principio. En consecuencia un fondo de inversión nacional llamado Condor Ventures se hizo cargo de la marca (al igual que de Gap y Banana Repulic) pero no lograron generar un gran cambio a la situación inevitable: en 2003 cedieron todo a Fenix Entertainment, para cuando se estaba pidiendo concurso preventivo… y planificando vender electrodomésticos en los locales! Puede sonar alocado, pero Musimundo lo comenzó a hacer en 2011 tras ser comprados por Megatone sin que generara mucha sorpresa…
El caso Tower no generó mucho revuelo los años siguientes hasta la aparición de un documental en 2015 llamado “All things must pass”, que trascendió en 2018 con más fuerza tras su estreno en Netflix. Si en estas épocas hay una reactivación de la industria musical gracias a Spotify o Apple Music, Tower Records (al mejor estilo Blockbuster) se negó a seguir avanzando hacia ese lado. Llegó tarde a la etapa digital, y el mismo mercado se los terminó deglutiendo, dejando en tono sepia las épocas en que paseaban por sus pasillos artistas como Elton John, Eric Clapton, Jimmy Page o Dave Grohl quien fuera además empleado justamente porque sí le permitían trabajar con el pelo largo…

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