El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

domingo, 21 de enero de 2018

Música en el desierto (1975)


La creatividad a la hora de publicitar no tiene límites, y producto de ello podemos obtener resultados ingeniosos y otros con una ética cuestionable. Que cada uno saque su conclusión sobre el siguiente caso: ocurrió en Inglaterra durante los años 70. En esos años existía un grupo de rock progresivo llamado Camel, exactamente igual que los cigarrillos estadounidenses. No es de extrañar la coincidencia: Camel significa “camello” para lo cual llamar a algo con ese nombre no necesariamente implica haber querido copiar a la marca tabacalera. Para el lanzamiento del segundo disco de su carrera (llamado “Mirage”) se les ocurre tener de diseño en la tapa el característico camello de los cigarrillos pero con distorsiones en la imagen para que no fuera idéntico. El manager de la banda logró solucionar cualquier eventual conflicto de derechos llegando a acuerdos con la filial europea de Camel para que durante sus recitales y junto a la venta de sus discos se vendieran atados del cigarrillo homónimo. Tan cercana era la relación entre ejecutivos de la tabacalera y el grupo (forzada para evitar juicios, no por una verdadera amistad) que los primeros visitaban a los segundos mientras estaban produciendo el disco, hasta sugiriendo inclusive que le cambiaran los títulos de las canciones para que siempre estuvieran sugiriendo algo referido al tabaquismo, o que durante sus recitales los amplificadores fueran cubiertos por pieles de camello legítimas. Todo lo contrario había ocurrido en Estados Unidos, donde la filial de Camel central prohibió la difusión del disco y debió editarse en ese país con una carátula diferente. Respecto a la constante intromisión de los ejecutivos europeos tabacaleros uno de sus integrantes del grupo, Peter Bardens, realizó un comentario irónico al respecto: proponer que el próximo disco se llamara “Veinte Sticks de Cáncer”. Pero no fue así sino que el siguiente disco, el tercero de su cronología, es el que vemos en la foto: se llamó The Snow Goose y fue publicado en 1975. Nuevamente la unión entre empresa tabacalera y banda se hace presente, esta vez de manera aún más directa: el logo de la banda es directamente el logo de los cigarrillos, ni más ni menos. Esta jugada les arruinaría parte del proyecto original que tenían: se trata de un disco instrumental que originariamente estaba basado en la obra escrita por Paul Gallico, llamada al igual que el disco “The Snow Goose”. El autor se negó a autorizar a que saliera el texto junto con el LP debido a que efectivamente creía (como se lo imaginarán) que la banda Camel era un invento de la tabacalera para publicitarse, cuando en realidad era un extraño acuerdo ya difícil de explicar y manejar. Para agregar más confusión todavía, es tal el éxito de este disco que se difunde internacionalmente como disco doble: el anterior (el de la portada de camello) junto a éste que tenía el logo… cómo no pensar que es todo publicidad de la empresa de cigarrillos y nada más? A pesar de estos tropiezos, el tiempo fue más fuerte y fue ubicando las cosas en su lugar: Camel (la banda) se convirtió en uno de los grupos pilares del rock progresivo junto a Pink Floyd, Genesis o Yes y con una prolífica carrera de discos (varios de ellos conceptuales) de gran éxito y calidad. Por otro lado Camel (el cigarrillo) cayó en desgracia como casi todas las marcas del rubro y con el gravante de ser considerado demasiado suave hasta para los fumadores, quienes ya no lo eligen como antes. Hasta “el rubio de Camel” se murió de cáncer de pulmón…

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