El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Un chicle de locos (1950)


Son pocos los productos que logran atravesar costumbres y tradiciones de todas las épocas y el chicle es uno de ellos, un producto que ya los antiguos mayas masticaban sacando la materia prima de la savia de los árboles. Y a la vez en el mundo de las marcas los Chiclets de Adams trascendieron generaciones con su clásica cajita amarilla con detalles rojos como la que vemos en la foto. Su diseño tuvo leves cambios a lo largo de su historia, pero el que vemos en la imagen es de principios de los 50, de la época en la que esta marca empezaba a hacerse famosa en el país. Adams es obviamente el apellido de su fundador, el científico estadounidense Thomas Adams Junior quien creó su empresa en 1876. Fue él quien vio a una niña pedir en una farmacia cera parafinada para masticar, la cual no tenía sabor.  Así terminó creando un producto saborizado con regaliz y cortado en pequeños cuadritos, los cuales comenzó a vender en farmacias y droguerías. Este primer chicle tenía el nombre de Adams New York Gum: más tarde apareció el New York 2 (un poco más grande y que se vendía en los tranvías) y en 1888 el chicle de tutti futti, el primero que se podía conseguir en máquinas expendedoras. Los Chiclets con sus inconfundibles colores aparecerían en 1899. Tras la Segunda Guerra Mundial lograron introducir el chicle como un producto para reducir el estrés más que como golosina, y desde esos años se fue forjando la idea de que era un símbolo de rebeldía y desobediencia por parte de los jóvenes. El sitio Expertos en Marca aloja los años del resto de las creaciones famosas de la compañía: los Clorets en 1952, los Trident (llamados acá Beldent) en 1962, los Halls en 1971 y Bubbaloo en 1977, entre otros. En la Argentina la primera planta de Adams se estableció en la dirección que vemos en la foto en 1942 y permaneció allí hasta fines de los 70, cuando se debieron mudar ya que la Intendencia de la Ciudad de Buenos Aires tenía planeado demoler la zona para construir la autopista AU3, cosa al final no realizada. Durante todo ese período el barrio de Saavedra estuvo siempre impregnado de un suave aroma a menta proveniente de su fábrica. Periódico El Barrio recolectó una gran cantidad de testimonios de ex empleados de esa época, todos afirmando haber vivido muy buenos tiempos allí. El antiguo predio abandonado de Adams pasó a convertirse en una de las sedes del CBC de la UBA, mientras que la empresa se mudó a Escobar. Debido a la recesión argentina de fines de los 90, en 1996 los Chiclets dejaron de hacerse en el país, junto a los Bubbaloo y otra marca clásica: los Dentyne. Esa empresa cerró definitivamente en el 2000 y desde entonces todos los productos de la marca vienen importados principalmente de Brasil. Hasta el 2002 Adams pertenecía a la multinacional Warner Lambert pero en ese año sería comprada por uno de sus principales competidores mundiales, la multinacional Cadbury, que también terminó teniendo a la clásica fábrica de chicles Stani consigo. Luego seguiría la famosa fusión con el otro gigante Kraft, y así nacería la actual Mondelez, quien sigue comercializando los Chiclets aunque con un diseño de letras y logo totalmente diferente al que supo tener durante gran parte de su vida. Habiendo tantas marcas famosas de chicles en el país (y con Arcor haciéndole competencia) los Chiclets prácticamente no se ven más. Sin embargo, en la memoria de muchos quedará para siempre su sabor confitado suave y relajante, su presentación práctica y su aroma sencillo a menta, tan alejado de los chicles actuales que prometen todo tipo de proezas sexuales si uno los compra…

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