El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

jueves, 10 de agosto de 2017

Un chocolate alado (1959)

En los años 50, tomar algo de nombre Águila podía significar algo más que chocolate...

Las Recetazas que proponía Águila para 1995, en un recorte de publicidad encubierta de Selecciones...

Marcas de chocolate hay muchas, y de chocolate para taza también, pero a pesar de la gran cantidad de nombres que hay el chocolate Águila sigue siendo el más famoso y su calidad se ha mantenido lo más que se ha podido. Las generaciones más jóvenes conocen la marca y le agarran cariño por ser la dueña de la Minitorta, mientras que los más veteranos saben que después de “Águila” aparecía el término “Saint”. Justamente nuestra primera imagen es un aviso de 1959 con ese nombre compuesto, el original y primogénito, junto a la histórica barra de chocolate la cual aún estaba pintada de otro color que no era el rosado. Detrás de ella aparecen productos que hace décadas dejaron de existir: café, yerba mate y té Águila Saint, todas bebidas apropiadas para disfrutar deleitando mientras se escuchaba el radioteatro de Nene Cascallar, o prepararse para salir a bailar con los Bailables Águila. Pero increíblemente la historia de esta empresa no arrancó con el chocolate, como uno supondría, sino con otra bebida: en 1880 Abel Saint abre una tienda dedicada a la comercialización de granos de café. Recién a la década de nacida, es que Saint abre una fábrica para empezar a producir su propia mercancía y allí aparecería nuestro querido amigo derivado del cacao y compañero de los submarinos. Otro hecho muy importante ocurriría en 1930, cuando se dedican a la fabricación de los helados Laponia, los creadores del Patalín (hoy parte de Frigor) y desde aquellos años hasta la década del 80 su diversificación estuvo dedicada íntegramente a la creación de golosinas para kiosco: así fueron apareciendo productos recordados como el chocolate Comprimido, el Patito, el Librito (con cuento incluído), el Cisco, el Express (en láminas/escamas), el bocadito Colibrí, los chocolatines homónimos o las Medallones de menta bañadas en chocolate. Fue durante esos años también (específicamente 1982) que Águila rediseña sus envoltorios y planea que su barra de chocolate se vuelva una aliada para las amas de casa y reposteras: recién en esa época el paquete pasa de amarillo anaranjado al rosado inconfundible actual, además del lanzamiento de baños de repostería, chips para decorar tortas y postres y demás delicias para la cocina. Una renovación de semejante envergadura tenía que tener una publicidad que debía estar a la altura de las circunstancias, y es así como quedó para la posteridad aquél aviso televisivo del hombre que quedó con piel negra de tanto comer chocolate desde que nació, publicidad como mínimo polémica para la actualidad pero que en su momento causó muchísima gracia. Otro gran cambio se produce en 1993, cuando Arcor compra la compañía y modifica su estructura para siempre: algunas de sus golosinas clásicas comienzan a desaparecer en detrimento de las de Arcor y se borra el nombre Saint. Para 1995 (el mismo año en el que se publicaron las recetas que vemos en la segunda imagen) se produce una interesante fusión: nacen las galletitas bajo esta marca, que no serían otras que las Maná y las Saladix, el primer producto salado de Águila. El nuevo Milenio iba a esperarlos con una creación inesperadamente exitosa. En 2002 nacen las especialidades Águila, una serie de 4 bocaditos bañados en chocolate: Barquillo, Bizcochuelo, Biscuit y Minitorta. Ésta última se convertiría en un éxito inusitado  generando su permanencia hasta el día de hoy e incluso una versión helada en 2006, que aparece en la primera imagen junto a la mini presentación individual del chocolate, ideal para quienes sólo quieren una taza y corren el riesgo de devorarse un paquete completo. Para el 135 aniversario, en 2015, Águila relanzó su histórico envoltorio y realizó una serie de avisos como el publicado, donde la dedicación a la elaboración de un postre era más importante que la terminación. Y de esa famosa barra se crearon cientos de ediciones especiales con fragmentos de historia argentina o hasta sobre turismo, como el creado por Mario Markik con fragmentos de toda la Argentina. Actualmente además del famoso alfajor y la barra clásica, se puede conseguir la variedad blanca (envoltorio amarillo) y la súper amarga con 60% de cacao en paquete negro como el de la foto, pero también aparece camuflado dentro de otros productos como los Butter Toffes o los productos Cofler. Eventualmente aparecen los huevos de pascua de la marca, así como la salsa para acompañar helados y las variedades rellenas de mousse, pasas, almendras, etc. Para alguien fanático del chocolate, de los alfajores o del submarino, es muy difícil no haberse topado con un producto Águila y con su inconfundible sabor, levemente constante con el paso de las décadas. Definitivamente, un chocolate alado (como el águila de su frente) que ha tenido la suerte de trascender las meriendas de generaciones, a pesar de estar elaborado sin leche. No tendrá la fama de Milka, Nestlé o Cofler, pero se ha ganado su público y aún tiene mucho camino por recorrer, nadando en alguna taza argentina…

Productos imperfectos para una marca que se autoproclama perfecta e irresistible (2015)

 
Frente de chocolates Águila de 2017, tradicional y extra fino.

Porque todos se deben quedar con la curiosidad, aquí aparece lo que se publicó en el dorso de los envoltorios de la imagen anterior.

Pasa inadvertido a simple vista, pero en los envoltorios que cuentan con comentarios de Mario Markik está representada una Argentina completa. Esta foto publicada en la red social de Águila debela el misterio. A mano derecha, un chocolate Cofler-Águila relleno de mousse...


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